Crítica Suede | «The Blue Hour»


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Portada «The Blue Hour»

Los de Brett Anderson regresan con «The blue hour», su disco más oscuro e inquietante.

Suede vuelven a la escena musical por la puerta grande con “The Blue Hour”, su octavo disco de estudio, un disco que, pese a sonar más oscuro e inquietante que sus predecesores, mantiene ese pop cuidado y melódico que tantos éxitos les reportó antaño. Y es que la mayoría de los catorce temas que lo componen cuentan con unos estribillos repletos de magia y belleza.

Suede saben que no van a volver a copar los titulares de la prensa especializada, no les importa; también saben que no van a conseguir nuevos seguidores, tampoco les importa, no los necesitan. Lo que en realidad han querido con este disco, es regalar a los que ya tienen, un nuevo puñado de emociones con las que poner nombre a todas las malas experiencias que hayan tenido, para hacerles soñar de nuevo.

Brett Anderson canta de nuevo a los perdedores, a los solitarios, a los amantes, a los que vagan a la deriva, sin embargo lo hace dejando siempre un hueco a la esperanza y a la redención. No está todo perdido, Life is Golden.

«As One»

Ya para empezar, podemos hacernos una idea de por dónde va a ir el disco. Es un tema que comienza sumido en la oscuridad para dar paso a una guitarra eléctrica arpegiada cargada de tensión. La canción va adquiriendo más y más intensidad, conforme Brett cambia su registro entre estrofas, hasta explotar en ese “Here I am” final, arropado de unos coros sombríos. Después se acaba la música. Sólo se oye el grito desesperado de unos padres buscando a su hijo. Sublime.

«Wastelands»

Con “Wastelands” llega ese primer estribillo de la marca Suede, con ciertas reminiscencias de aquel Trash de su “Comming up” que tan buenas sensaciones nos dejó. Un tema sencillo, con una estructura de estribillo-estrofa que invita a dejarlo todo e irnos a esas tierras baldías donde podremos ser quien realmente queramos, donde nuestros niños interiores podrán jugar sin temor a ser heridos por la vida adulta. Al final otra voz vuelve a inquietarnos con unas líneas oscuras.

«The sky was steely
The countryside was bare
Twigs crackled under Mole’s feet
Mole was alone
And far from help
And night was closing in»

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«Mistress»

Le sigue “Mistress”, un tema carente de batería, más lento, que se soporta, primero sobre la firmeza de los arpegios de Richard Oakes, y el bajo, teclado y cuerdas después. Nos presenta la historia de un affair contada desde el punto de vista de un niño, que ve como su padre engaña a su madre con otra mujer, con todas las dudas que ese hecho le suscita.

“Beyond the Outskirts”

“Beyond the Outskirts” toma el relevo de “Wastelands” en su canto a los marginados, a los olvidados.

«Beyond the outskirts, come with us
We’ll jump out of the page and into the fire»

Al igual que los anteriores cortes,  éste empieza con calma, con la voz de Brett secundada por teclados, guitarra, y bajo. La batería los recoge para meterlos poco después en un estribillo–himno majestuoso y armonioso. Una armonía que se rompe a mitad de la canción con la introducción de un potente riff-solo que ensalza, todavía más, el último tramo del tema.

“Cold Hands” es quizás el tema más potente del disco. Toda una muestra de buen pop-rock. Con un estribillo a dos partes de intachable factura.

«Life Is Golden»

“Life is Golden” es una de las mejores baladas que encontramos en «The Blue Hour». Una sonrisa escondida y un estribillo brillante que finaliza con la esperanzadora frase your life is golden en falsete. Si hay una canción que puede ponerte la piel de gallina, sin duda es esta.

“All The Wild Places”

En la recta final del disco escuchamos “All The Wild Places”. Un corte que compusieron para el anterior álbum “Bloodsports”, pero que desestimaron por no acabar de encajar. En “The Blue Hour”, sin embargo, sí que se siente parte de esa belleza e inquietud. Es una canción en la que destaca la voz de Brett cantando una vez más a lo salvaje, arropada por la grandeza de una orquesta.

«The Invisibles»

La desesperación de un adolescente por encontrar su sitio, por encajar en la vida adulta, nos es narrada en “The Invisibles” con una crudeza y sublimidad sin parangón.

«I tried to make you want me
I left my home at seventeen
But everywhere I looked I saw
Another me»

Unas cuerdas son el preludio a la voz de Anderson, que junto con unos arpegios y teclados, nos llevan hasta un puente donde unos violines que golpean las cuerdas con tremolo, aumentan la tensión que desemboca en un estribillo hermoso cantado en falsete.

«And we are the invisibles
Plain and lonely
It’s funny how it’s always out of reach»

«Flytipping»

Finalmente, encontramos “Flytipping”. Un tema que sigue la tónica predominante del disco. Una guitarra con reverb y tremolo junto a la voz de Anderson ocupan la mitad del tema, hasta que a mitad del mismo llega la catarsis, donde todos los instrumentos a la vez dan forma y fuerza a un estribillo que termina languideciendo en un nuevo falsete. Después, un solo de guitarra de Oakes nos hace volar por hermosos paisajes durante más de dos minutos. Uno de los mejores cierres que hemos escuchado en los discos de Suede.

Por Finch.


Puntuación:

7,8

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