Hoy traemos la crítica de la cuarta temporada de El cuento de la criada y comentamos pasajes de las anteriores. (Ojo, spoilers).
He de decir que esta crítica la hago tras el visionado de sus primeros episodios, por lo que la valoración final puede estar sujeta a cambios. ¡Vamos allá!
Ya comenzados los primeros capítulos nos damos cuenta de que nos encontramos ante una de las mejores series dramáticas, muy criticada, a la vez que ensalzada, y que ha llegado a ser un fenómeno cultural de gran calidad.
Esta cuarta temporada de esta singular y a veces siniestra serie, tiene su base en el libro de Margaret Atwood “El cuento de la criada” publicado en 1985 y que dio origen a la serie, que se estrenó en abril de 2017. Atwood, escritora canadiense de renombre internacional, es así mismo autora de Los Testamentos, publicada en 2019, otra obra maestra que continúa con el sello de la literatura distópica, basada en un mundo dramático e icónico.
«El cuento de la criada», por sus desgarradores relatos y contenidos, ha tenido muchos detractores, y cada episodio nos sumerge en un constante escalofrío. En el último capítulo de la tercera temporada que ofreció HBO España, asistimos a un angustioso y no menos interesante final, en el que June consigue su objetivo con el llamado “vuelo del ángel”, en el cual, 86 niños, son evacuados a Canadá desde Gilead, para devolverlos a sus verdaderas familias, de las cuales habían sido arrebatados. Un objetivo que consigue poniendo su vida en peligro, pero con la satisfacción de haber dado un fuerte y duro revés a la República de Gilead.
Antes de meternos en materia, creo que es necesario refrescar un poco la memoria y de paso hacer que estas lineas sirvan de cebo para captar a nuevos espectadores.
¿De qué trata El cuento de la criada?
En EE UU, una devastadora contaminación ambiental y la acción del terrorismo islámico, hacen que surjan unos políticos teócratas que se hacen con el poder, y se implanta después de una guerra civil, un nuevo sistema totalitario, dictatorial, represivo y ultra religioso que se nutre de órdenes bíblicas: la República de Gilead.
Se suprimió la libertad de prensa y todos los derechos de las mujeres. Éstas se convirtieron en meros instrumentos para concebir hijos. El déficit de natalidad fue la principal causa de la proclamación de Gilead, las mujeres fueron reprimidas y utilizadas por el régimen, la decisión sobre su propio cuerpo no les competía a ellas, especialmente, a las mujeres fértiles, que vivían en la esclavitud y fueron consideradas criadas de los Comandantes.
Despojadas de sus verdaderas identidades y nombres, si no concebían eran ejecutadas o enviadas al destierro en colonias llenas de residuos tóxicos donde acababan muriendo. Todas ellas son constantemente controladas por el férreo régimen y la no menos despiadada y salvaje Tía Lydia (Ann Dowd), miembro del gobierno, encargada de la cruel y brutal formación de las criadas.
La protagonista principal es June (Elisabeth Moss), mujer libre que disfrutaba de su familia y trabajo en Canadá y que, con la proclamación e instauración del nuevo régimen pierde su anterior vida, y como muchas de sus compañeras, es enviada a Gilead y destinada a la casa del Comandante Waterford (Joseph Fiennes) y su estéril esposa, Serena (Ivonne Strahovsky).
Su misión: concebir un hijo que le será arrebatado al nacer y entregado a ellos. En la soledad de su habitación/celda, sus pensamientos vuelan hacia su esposo Luke (O.T Fagbenle), hacia su gran amiga Moira, huída del terror, y hacia su hija Hannah, perdida entre alguna familia opresora. Una enigmática, silenciosa y clandestina relación con Nick (Max Minguella), chófer de Waterford y espía del régimen, la vuelve a convertir en madre de la pequeña Nichole, a la cual, de nuevo, debe renunciar.
En todos estos turbadores y oscuros capítulos, quedan reflejados el dolor, la rabia y la ira de June, convertida en una pasiva y sumisa esclava sexual. El odio y la venganza, hacen crecer en su interior una fuerza indestructible para luchar y conseguir la justicia que merecen las mujeres y niños atrapados en Gilead.
Y llega la cuarta temporada
La cuarta temporada de «El cuento de la criada» consta de diez capítulos, comenzó a rodarse en Toronto, pero por motivo de la pandemia, se retrasó durante algún tiempo. En los tres primeros, ya emitidos, “Cerdos”, “Belladona” y “El Cruce”, June, huyendo y desde la clandestinidad, sigue erigiéndose como la rebelde y desafiante líder de sus compañeras en la búsqueda de justicia y venganza.
El primer capítulo arranca con la voz de Aretha Franklin y su “Digo una pequeña oración”. June, gravemente herida tras conseguir evacuar a los niños, huye con sus aliadas a la granja de un viejo Comandante, donde son esperadas y ayudadas por su joven esposa. Allí se recupera de sus heridas mientras en Gilead, el poder de Tía Lidya se tambalea debido a la marcha de los 86 niños organizada por June en la clandestinidad y que ella no pudo controlar. Ante la cúpula del régimen pide y ordena su busca y captura, que conseguirá, para obligarla a rendir cuentas en un tortuoso interrogatorio.
El Comandante Waterford y su esposa Serena, ahora detenidos en Toronto y creciendo las diferencias entre ellos, se encuentran con una inesperada noticia. Luke y Moira siguen con su lucha en favor de June, y Nick, personaje impenetrable que se debate entre ayudar a ésta y el cumplimiento de sus obligaciones, continúa dispuesto a hacerlo, si bien, siempre que su cargo se lo permita.
A medida que los capítulos de esta cuarta temporada avanzan, la serie va creciendo en emoción. Magnífica interpretación de sus personajes, soberbia producción (merecedora de varios galardones desde su estrenoen 2017), un guión, de Bruce Miller, adaptado con talento y maestría a la obra de Margaret Atwood.
Como dato curioso encontramos que Elisabeth Moss dirige el tercer episodio “El cruce”, como así lo hará en el octavo y noveno.
Hay mucho que ver en esta cuarta temporada de «El cuento de la criada», a las tramas ya conocidas se van añadiendo otras en las que June seguirá con su sed de venganza para que se haga justicia.
¿Caerá Gilead y su régimen totalitario?, ¿Recuperarán las mujeres su dignidad y libertad?
DISTOPÍA O PROFECÍA
Como ha declarado Margaret Atwood en varias entrevistas, la sociedad distópica (sociedad negativa y pervertida) que ha construido en su novela no nace únicamente de su imaginación, sino que tiene como base los peligros que acechan a nuestra civilización y en los que ya caímos en un pasado reciente. Es cierto que no se puede pensar que “El cuento de la criada” deba servir como elemento premonitorio, pero sí que profundiza en la percepción de que las libertades civiles y los derechos conquistados por la humanidad, muy especialmente las mujeres, siempre pueden peligrar.
¿Es El cuento de la criada una novela feminista?
No, si pensamos que las mujeres son víctimas, porque ya no tienen capacidad de elección moral. Sí, si pensamos en ellas como seres humanos, con todo lo que ello implica y siendo especialmente importantes y valiosas, como dueñas y protagonistas del milagro de la gestación, que hace posible la continuidad de nuestra especie.
La fabulación de Atwood se nutre de elementos reales que pueden en cualquier momento golpear a nuestra sociedad. Su fructífera imaginación consigue crear el indispensable elemento de la intriga. El régimen totalitario de Gilead hizo suya la forma de vestir de las mujeres, dando significado a los uniformes. De esa manera las Criadas visten de rojo simbolizando la sangre del parto, las Esposas de azul por la pureza de la Virgen. Se nutre de elementos bíblicos como la historia de Jacob y sus dos esposas.
Margaret Atwood también ha contribuido a causas ambientales a través de la donación de parte de sus ingresos obtenidos en certámenes literarios en los que ha sido premiada. Su lucha por los derechos o por la imagen de la mujer en nuestra sociedad ha sido constante desde su libro editado en 1965 con un título extraordinariamente transparente: La mujer comestible.
¿A quién recomendar «El cuento de la criada»?
Lo distópico no es propiamente un género, sino más bien una clasificación porque puede versar sobre infinidad de temas, desde los históricos hasta los fantásticos o catastrofistas. No tengo claro si hay adictos a lo distópico, por eso es arriesgado hacer una recomendación general sobre esta serie.
Merece la pena verla porque la acción va ganando el interés del espectador. También es importante señalar que es conveniente hacer una lectura personal entre líneas ya que hay una intención subterránea de la propia autora de denunciar y alertar sobre las incógnitas indeseables que nos puede deparar el futuro.