Crítica de Thor: Love and Thunder. Un Thor muy ochentero. Una película muy especial y creativa, con luces y sombras muy marcadas.
Desde que Marvel saltó a la palestra con Iron Man en 2008, ha ido arriesgando y subiendo el tono de sus propuestas, apostando por directores creativos, en proyectos cada vez más arriesgados (si es que puede hablarse de riesgo cuando hablamos de Disney, la conservadora casa del ratón). Y si algo caracteriza a esta película, es la mano de su director y coguionista, y la forma de interpretar a Thor y el mundo que le rodea.
Pocos habrían apostado por una cuarta entrega de Thor, tras el rodaje de la insípida Thor: El mundo oscuro. Chris Hemsworth parecía hastiado de su personaje, los fans empezaban a impacientarse por la banalidad de las historias en las que intervenía Thor, y parecía que el filón de la saga de Thor estaba agotado.
Fue en ese momento, cuando Marvel tuvo la genial idea de intentar revitalizar el universo del dios nórdico, contratando al rompedor realizador neozelandés Taika Waititi, para la tercera película de la saga del hijo de Odín, Thor Ragnarok, sin duda la mejor de la saga, y una de las mejores y más divertidas del universo Marvel, aunque tiene casi tantos seguidores como detractores.
Así, no es de extrañar que, tras el éxito de crítica y de público, de Thor Ragnarok en 2017, Marvel le diese inmediatamente luz verde a una nueva entrega, con el mismo director, con un reparto muy similar, con un presupuesto descomunal (250 millones de dólares) y una mayor libertad creativa para su realizador, y ahora también coguionista.
La gran baza de Thor: Love and Thunder
Taika Waititi, el director de esta cuarta entrega de Thor, es un tipo especial, un director muy creativo, con una imaginación desbordante, y eso se nota en todas sus películas y las series en las que ha participado, que llevan siempre su sello de autor. Buen guionista, mejor director, e incluso aceptable como actor (como demostró en Jojo Rabbit), en esta película Waititi ejerce esas tres vertientes, saliendo vencedora su faceta como director, y no tanto la de guionista.
Todas las películas de Waititi se asientan siempre sobre una propuesta estética muy personal y poco convencional, un guion trabajado, y una dirección desenvuelta, mezclando comicidad y drama, intentando ir a contracorriente de lo que el público espera. Y Thor: Love and Thunder no podía ser menos. A los que no les gustó Thor Ragnarok, no les gustará esta nueva entrega del héroe asgardiano, y a los que les gustó, es posible que se sientan un pelín decepcionados, aunque la mayoría disfrutaremos de la frescura que destila Waititi, con colores muy vivos y llamativos.
En esta ocasión, el discurso argumental viene marcado por el propio Waititi, que ejerce de narrador a través de Korg, el entrañable personaje que él mismo interpreta nuevamente, como el ya inseparable compañero de Thor, y es quizás el mayor problema de la película. Esa innecesaria voz en off, que se centra en querer enseñarnos todo aquello que no pudimos ver de la relación entre Thor y Jane Foster, en vez de dejar que nos lo imaginemos por nosotros mismos.
Pero a pesar de sus defectos narrativos, que lo tiene, el resultado es una nueva entrega muy del gusto de su realizador, con una estética rompedora y una puesta en escena, cuando menos curiosa, que por momentos deslumbra, y en algunos momentos se hace cansina, pero que nunca defrauda.
Reparto de Thor: Love and Thunder
En esta ocasión, Waititi ha podido contar con uno de los mejores actores del actual panorama cinematográfico, un Christian Bale inconmensurable como casi siempre, que interpreta al cuasi-villano de esta nueva entrega, Gorr el carnicero de dioses, un personaje oscuro, pero lleno de matices, y muy bien caracterizado, pero al que se siente algo incompleto, como si Waititi no hubiese sido capaz de sacarle todo el partido a semejante personaje y al actor que lo interpreta.
Como villano, Gorr no está a la altura de la Bruja Escarlata en la reciente secuela del Doctor Strange, pero a pesar de eso, Bale se las arregla para componer un personaje memorable, un juguete roto del destino, con una presencia inquietante y desquiciada, por más que la estética vaporosa que Gorr luce en la película, no se parezca demasiado a la del comic, en el que suele aparecer desnudo, cubierto solo con un taparrabos o tanga.
Al frente del reparto, como siempre un Chris Hemsworth que repite como Thor, en un papel del que se ha adueñado por completo, hasta el punto de que ya nos resulta inconcebible ver a otro actor interpretando al dios del trueno.
Frente a él, su partenaire femenina, el esperado, pero decepcionante regreso de una Natalie Portman venida a menos, que siempre da la sensación de que no se cree su propio personaje, y a la que nunca se la ve del todo cómoda como Jane Foster, ni enfundada en el traje de Mighty Thor. Es verdad que hay cierta complicidad en alguna de las escenas con Thor, pero en general da la sensación de que Natalie Portman no confía en sí misma como superheroína, y eso se traslada de la pantalla al espectador.
Completando el elenco, Tessa Thompson vuelve a caracterizar a Valkiria, con un rol destacado, en el que se las apaña para robarle incluso algunos planos a sus compañeros de reparto, así como un Taika Waititi que da vida otra vez a Korg, protagonizando además ambos un mensaje integrador LGTBIQ+.
Lo peor, un decrépito Russell Crowe interpretando a Zeus, sin arte ni gracia, y la fugaz y poco inspirada aparición de los guardianes de la galaxia, que apenas lucen en su breve aparición en esta producción de dos horas.
Unos desenfados Matt Damon y Melissa McCarthy, y otros actores que no revelaré para no hacer spoiler, realizan unos breves cameos, que tienen cierta gracia, como un guiño gamberro de su director, pero que apenas aportan nada especialmente relevante a la película.
Pero, aunque la historia está repleta de acción y la relación romántica de los protagonistas resulta muy atractiva, el guion malgasta el inicio de la película para realizar un innecesario prólogo narrado por Korg, sobre la historia de Thor, quizás pensado para los despistados que se asoman a este universo por vez primera, y con unos forzados flashback sobre la relación entre Thor y Jane, que no hacen sino ralentizar el ritmo de la película.
Pero aunque el ritmo del guion y un enfoque algo convencional, hacen que la película no funcione del todo bien, el realizador salva los muebles con una propuesta artística muy destacada y poderosa, muy ochentera y colorida, que tiene su principal climax en la representación de un Gorr monocromático, cuyo planetoide luce espectacular, en uno de los momentos más brillantes y creativos de la película, resuelto por Waititi con verdadera maestría, jugando siempre con el color, o con la ausencia de él.
Pero si algo decepciona en esta secuela, es que se ha perdido algo del portentoso sentido del humor de Thor Ragnarok. Y no es que la película no tenga momentos cómicos, pero da la sensación de que el humor se ha acomodado a formas más convencionales, y se ha perdido algo de la frescura y ese humor gamberro que tenían Thor y Hulk, en Thor Ragnarok.
Opinión final de Thor: Love and Thunder
Aun así, y con todos los defectos, Waititi concibe un entretenimiento más que aceptable, una caracterización brillante de los personajes, y una fantástica y asombrosa puesta en escena, únicamente lastrada por un final un tanto previsible.
Y un apunte musical. De igual forma que Waititi y Kevin Feige lucharon lo indecible para que la mítica Inmigrant Song, de Led Zeppelin, sonase en Thor Ragnarok, algo parecido sucede con Sweet Child O´ Mine, de Gun N´ Roses, en Love and Thunder. Ambas películas se benefician en gran medida de estas míticas canciones, que se adaptan a las películas como un guante.
Por último, y a modo de conclusión, tras el visionado de Thor: Love and Thunder, dos cosas han quedado claras. Cuanto más se aleja Marvel del galimatías del multiverso, más se disfrutan sus películas. Y cuanto más personal y creativo es el director elegido, mejor suele ser el resultado (como demostraron los hermanos Russo, y recientemente Sam Raimi en la segunda parte del Doctor Strange). Y para lo bueno, y para lo malo, esta película de Taika Waititi cumple con ambas premisas, lo que la convierte en una de las mejores de esta cuarta fase de Marvel, junto a Doctor Strange y el multiverso de la locura.
Crítica de Thor: Love and Thunder realizada por Michael Fersaav