
En Isla decepción nos encontramos ante un relato que se centra en Marcela, joven que deja su empleo en Santiago de Chile cuando pasa por un momento de hastío.
Por un lado, se sentía desengañada por un trabajo mal pagado y sin alicientes ni reconocimiento. Por otro, la relación con su pareja acaba de terminar, y no por su voluntad. No hay ruptura total, no hay reproche personal, no hay engaño, simplemente que la relación no tiene ya cauce.
Marcela viaja a Punta Arenas para ver a su padre que vive allí desde hace años, pero, en realidad, viaja por la necesidad de desligarse de una situación personal que le incomoda. Cuando llega a casa de Miguel, su padre, se encuentra con que éste ha acogido a un marinero coreano escapado de su naviera y sin permiso de residencia. Este es el planteamiento de las primeras páginas. El eje de la novela es Marcela y sobre ella recae todo el peso del protagonismo.
Parece que son tres personajes: Lee, Miguel y ella, pero en realidad es solamente uno. Tres personas distintas y una sola verdadera. Ella, Marcella. El marinero coreano está emocionalmente maniatado (no habla español y no tiene manera de comunicarse) y queda siempre en un escurridizo segundo plano. Del padre, Miguel, poco sabemos y la autora lo enfoca a hurtadillas. Son tres historias separadas y el mérito del relato está acaparado por Marcela.
La novela, a mi entender, muestra más las posibilidades que la autora es capaz de abrir desde espacios estrechos que la consecución de un trabajo compacto y completo. Quizá la planificación no se lo haya permitido. Ya hace bastante con trabajar esa asimetría de protagonismos donde la relaciones entre personajes es poco convincente.
La aventura del marinero coreano está cerca de “Las inquietudes de Shanti Andía” y de los barcos negreros de Baroja, y es una historia que solo a base de una estudiada compartimentación de capítulos consigue engarzarse en el total del relato de manera coherente. No resulta fácil de todas formas conseguir un producto redondo partiendo de una arquitectura así concebida. Pero una característica de Paulina Flores es que se atreve con todo. (Ya dije en la reseña de “Qué vergüenza” que me llamó la atención, entre otros, el titulado “Teresa”, que tenía su dificultad para llevarlo correctamente de principio a fin). Como simple lector, aprecio el trabajo de taracea para hacer un conjunto organizado, pero hay que tener claro que al igual que pasa en gastronomía, hay ingredientes que no ligan, por más esmero que se ponga.
La fuerza con que se narra a Marcela nos confirma la habilidad que tiene la autora para conectar con el lector sin tener que recurrir al thriller emocional, ni a sobresaltos. Esa habilidad (o talento) para obtener ese milagro que siempre esperamos de un autor. Lo que nos hace degustar el diferenciado deleite de la lectura. Y hay que reconocer que Paulina Flores tiene esa varita mágica aunque no la prodigue de forma uniforme. Juega con la intimidad sin atropellarla.
En este mundo lleno de trápalas para lograr un “me gusta” en cada página, ella habla de lo que desprecian los depredadores de los medios. Entra en la complicada sencillez de las cosas del día a día, las de los comunes, y su mirada se detiene en lo que hay encima de las mesillas, en las cómodas y en la cocina; en las pequeñas disputas y en los pequeños gestos. Ambientes de interior. Sitúa a sus personajes con pinceladas aparentemente inocuas, privadas de color, pero el resultado es efectivo.
El color y el aroma de Chile se nos ofrece también aquí a ráfagas, tal como hizo en “Qué vergüenza”, donde nos presentó unas veces paisajes de barrios de clase media tirando a humildes, y otras, escenarios suburbiales y poligoneros. Entornos que sabe dibujar con escueto realismo. Aquí, en “Isla decepción “, nos presenta el ámbito de Punta Arenas, la más austral y friolenta región del cono sur americano y nos transmite sus ráfagas de frío, aridez y hostilidad. Y lo hace sin extenderse en geografía ni en retórica, con apuntes de refilón y algunas calculadas repeticiones.
Isla Decepción creo que está aún lejos de lo que seguramente nos ofrecerá esta autora en el futuro, pero es un libro recomendable. Si no lo fuera, no hubiera hecho esta reseña.
Título del libro: Isla decepción
Autora: Paulina Flores (Santiago de Chile, 1988)
Editorial Planeta
Seix Barral
Primera edición : Septiembre 2021