La cocinera de Castamar es una espléndida novela que presenta en su inicio a dos mujeres atrapadas en la necesidad de sobrevivir en una sociedad fuertemente estratificada como es la de la España de principios del siglo dieciocho.
Por un lado, Clara Belmonte, la cocinera de Castamar y por otro, Úrsula Berenguer, gobernanta de la mansión. Cada una tiene su propio territorio y eso las enfrenta. Úrsula es una celosa guardiana de sus privilegios, imparte disciplina, rigor y lealtad a toda prueba. Clara trabaja una parcela de orden superior: el arte de los fogones, tema fundamental en una mansión que recibe a reyes, nobles y personajes que gozan de lo que Machado llamaría después“la superstición de lo selecto”. Ese es el terreno que Clara debe conquistar, la baza que le toca jugar.
La acción se desarrolla cuando ya los borbones han accedido al trono, pero el ceremonial borgoñón, implantado dos siglos antes y que había sido copiado por las cortes europeas, sigue vigente. España es pues un hito en el aspecto del elitismo y la etiqueta. Es por ello que el tema culinario no es baladí. El autor no lo presenta como un mero adorno cromático, sino como el fundamento sobre el que la protagonista debe asentar su prestigio. Lo exquisito permanece inalterable.
La ornamentación de los manjares, la presentación, la elaboración llena de detalles y la originalidad que ofrece la cocina de Clara son fuente de alabanzas de los comensales de alcurnia, y una baza oculta para el duque de Castamar en sus rivalidades con las casas nobles con las que compite. Todo ello hace que el terreno en el que se mueve Clara Belmonte sea inaccesible para la gobernanta, que ve en esa superioridad una circunstancia cruel a la que es incapaz de responder y, por tanto, fuente de discordia y envidia.
La gran labor linguística de Múñez
En paralelo a esta confrontación aparece el duque de Castamar y sus circunstancias personales. Con estos tres personajes Múñez acomete una parte fundamental del libro cual es la construcción de la atmósfera que constituye la base formal del relato. ¿Cómo logra esto? Principalmente mediante una documentación histórica exhaustiva no solo en lo que atañe a los hechos históricos sino en lo relativo a la vida social, a las localizaciones urbanas y rurales y sobre todo a los detalles de la vida cotidiana del momento. Se ayuda para ello de un vocabulario que resulta llamativo por su extensión y por una precisión lingüística notable.
Valor añadido del autor: talento para incorporar esa documentación de manera natural al proceso de fabulación, sin que haya distorsiones entre ambos. Estos aspectos, tras los que se adivinan muchas horas de trabajo, son esenciales para hacer un todo orgánico y como lector hay que agradecerlo muy especialmente. Hay un minucioso trabajo de taracea por parte del autor en la elaboración de ese microcosmos de lo cotidiano y en la sutil confrontación de poderes.
Algo más sobre el personaje protagonista: Múñez hace de Clara Belmonte un personaje llamativo, con peculiaridades como su agorafobia o su cultura. Esto último es algo excepcional en la educación femenina del dieciocho. Hija de un médico y perteneciente a una clase media acomodada, parece más bien un precedente de un siglo de las luces que llegaría a España con el tradicional retardo. El personaje es de construcción libre, y está exento de la maldición que recae sobre los personajes“buenos”. Como ya hemos señalado, la gobernanta es la encargada de representar el arquetipo de lo maligno y actuar como contraste necesario para hacer visible a la protagonista.
Consolidada la atmósfera y establecido el telón de fondo, la acción se ensancha. Otros personajes van apareciendo de forma coral en un entorno en el que tienen asegurado su encaje. El protagonismo se va desplazando paulatinamente a otras figuras que emergen alternadamente con una cadencia bien dosificada. Unas de trazo bronco y grueso y otras finas y de diseño microscópico, sobre todo las femeninas, que es donde nos parece que el autor se encuentra más inspirado. De este modo la novela se abre a un desarrollo de intrigas palaciegas, de venganzas, odios y pasiones.
Conclusiones de La cocinera de Castamar
La novela es un regalo para los lectores que huyen de la lectura precipitada, para los que quieren un “libro de acompañamiento”, es decir, un libro del que disfrutar de su calidad y de su entretenimiento durante un apreciable número de horas.
También te puede interesar nuestra crítica de la serie de la cocinera de Castamar que acaba de lanzar Atresmedia.
Por Isidro M. Gimeno
Preciosa reseña y precioso libro. Sublime .
Muchas gracias Nicole. Es una novela preciosa. De hecho Atresmedia quiere hacerse con los derechos de la obra para hacer una serie.
Estoy disfrutando muchísimo con la lectura de esta novela. Es exquisita, la recomiendo fervientemente.
Hola Araceli,
totalmente de acuerdo. Personajes e historia que te atrapan y te obligan a leer una página tras otra.
Preciosa novela .me encantó lo único triste para mí fue lo que sucedió con Francisco.