“La hermandad del Orbe” es una novela muy curiosa porque aunque aparentándolo e incluso siéndolo, no lo es. Se la ha disfrazado para parecerlo.
Tampoco es una obra de investigación aunque tenga visos de ello y podamos, en algún momento, pensar que es así, por estar vestida con ropajes de melodrama.
Como siempre en mi opinión, es una tesis novelada, defendida con verdadero encomio y razonada hasta donde al autor le ha sido posible y tiene su interés, porque obedece ni más ni menos que a dar respuesta a una de las grandes incógnitas, todavía hoy estudiada, que la humanidad se ha planteado.
El pasado está ahí, inmutable, pero en ocasiones y de manera imprevista es él, el pasado, quien afectando a nuestro conocimiento, sí puede cambiar nuestra actual concepción de determinadas cosas, por lo que hechos, hasta ahora desconocidos, pueden alterar nuestro futuro o hacernos poner el foco de atención en algo nuevo, encaminando nuestros pasos en otra dirección.
En este sentido, (es una pena no poder desvelar algo más para aclarar ciertas cosas), la novela tiene su importancia. Para la defensa de esta tesis, Bishop se ha servido de un cuento bien contado y no podía haberlo hecho mejor. Ha ido vistiendo a su antojo un relato al que ha dotado de lo necesario para despertar nuestro interés, mientras nos llevaba sin enterarnos a donde él quería y encontrarnos de repente y sin notarlo ante una novela diferente.
¿De qué trata La hermandad del Orbe?
La narración se desenvuelve en dos épocas y como suele suceder la segunda es consecuencia de la primera. 1830, Ciudad del Vaticano. El joven ayudante del cardenal Augusto Montecillo, Beltrán de Frangispane, es enviado en secreto por La Santa Sede con la especial misión de entregar una serie de documentos a determinadas personalidades en diferentes lugares de Europa.
En la actualidad la, también muy joven, arqueóloga Estela Sinclair se encuentra al frente de una investigación. Un cofre conteniendo unos manuscritos ha sido encontrado enterrado en unos jardines del hotel Fréderic, colindante con la Cartuja de Valldemossa y cuya propiedad corresponde a los hermanos mellizos Apolo y Enzo Ibars. Su datación demuestra que tienen aproximadamente dos siglos de antigüedad. Ese descubrimiento nos remonta al año 1830 en la que Beltrán, un niño mallorquín huérfano, es acogido por los monjes cartujos y educado e ilustrado por ellos, es enviado al Vaticano.
Y así Jon W. Bishop nos narra alternándolos, dos relatos con un comienzo que termina dos siglos después. Muy bien documentada en lo complicado y en lo sencillo y transcrita al papel con inteligencia y acierto.
El autor se recrea en la descripción de escenarios, sobre todo en lo que se refiere al paisaje mallorquín y los grandes monumentos romanos de los que no se priva de relatarnos parte de su historia y lo hace con intención, porque al final todo ello cobra importancia. El Panteón de Agripa y el Castel Sant´Angelo son descritos con minuciosidad.
La novela, como formato, por la intriga que mantiene constante alrededor de las investigaciones de Estela Sinclair, los algo extravagantes hermanos Ibars y un curilla que anda por ahí suelto, todos con los mismos intereses pero distintas motivaciones, y por lo apuntado con anterioridad, es amena y está bien escrita.
De acción rápida pero sin agobios y con un argumento con suspense, la narración entretiene de verdad. Las idas y venidas de Estela Sinclair, obcecada, testaruda y a menudo engañada, divierten. Completamente despistada va de sobresalto en sobresalto. ¿Puede ser el objetivo de Bishop el mismo que el de Beltrán de Frangispane? Puede, y si lo fuere, elogiable y meritorio.
Reseña: La hermandad del Orbe
Autor: Jon W.Bishop.
Editorial: Autopublicado.
Fecha de publicación: 16 diciembre 2022.
Páginas: 360.
Género: Novela Negra