Con La semilla de la bruja, Margaret Atwood, realiza un ejercicio de escritura magistral. Un acierto. Una novela redonda.
Arriesga Margaret Atwood al escoger «La Tempestad» para llevar a cabo el proyecto de la editorial Hogarth, que buscaba quien escribiese novelas basadas en obras de Shakespeare. Ese y no otro, es el objetivo del proyecto. Nada de reescribir ni readaptar.
La semilla de la bruja no es, por lo tanto, una revisión ni una reinvención de la tempestad. En absoluto. Es una novela que utiliza esa obra para desarrollar otra, cumpliendo el objetivo de la editorial.
Próspero en la tempestad y Felix o Mr.Duke en la semilla, quieren venganza. Isla y cárcel son los lugares en los que se fraguará ésta. Los dos han sido objeto de engaños, maquinaciones y manipulaciones. Han sido relegados y abocados a una situación asfixiante.
En primer lugar, es obligado hablar de la ubicación de la tempestad. Nos hallamos en los alrededores de 1600. Reina en Inglaterra, Escocia e Irlanda Jacobo I. Es una época en la que la alquimia, magia, brujería, lo sobrenatural, elfos, espíritus y hadas se encuentran en boca de todos. Shakespeare se vale de todo este elenco para crear una atmósfera diferente. Porque la tempestad es compleja, por momentos confusa y de difícil comprensión.
Es posible que sea la obra que haya levantado más interpretaciones y generado críticas tan dispares las unas de otras, desde la del uruguayo José Enrique Rodo en el siglo XIX, así como las del conquense Luis Astrana Marin a comienzos del siglo XX, hasta las del crítico y teórico literario estadounidense Harold Bloom.
Es curioso que Atwood no sea ajena a este fenómeno y en su obra, al final, realice mediente los diferentes equipos de presos, valoraciones e interpretaciones de la representación y de la obra en general.
La obra de Shakespeare esta ahí, no necesita de reinvenciones. Es genial el conocimiento que tiene Atwood del escritor inglés. Mediante algo absolutamente original nos trae el desarrollo de toda su obra en un canto de cisne, porque ambas obras a partir de una venganza se van desarrollando hacia un arrepentimiento, una redención que deviene en el perdón y que hace alcanzar a los protagonistas su libertad. Ya no están dominados por el odio.
Estrenada en 1611 a los 47 años, 5 años antes de su muerte en 1616, cambia el odio, los celos, la muerte, la ambición y el poder de Otelo, Sylock, Lear, Macbeth, Hamlet, por el perdón como redención. Hay en Próspero, en sus comienzos, algo de todos ellos.
Magnifico el desarrollo de Atwood, su manejo de los presos y su interrelación.
El montaje de la tempestad dentro del proyecto carcelario encargado a Félix, le permite crear el escenario donde quiere llevar a efecto sus planes. La adjudicación a los presos de los personajes más difíciles, Sycorax, Ariel y Caliban, la negación por parte de éstos a aceptarlos. La relación de Felix con su hija muerta, de la que no puede desprenderse. Todo queda unido en un final mucho más acorde a la realidad y más coherente que en la obra de Shakespeare que, por no entendible, es poco creíble.
En conclusión, una gran novela, un reto que no era fácil de salvar y que Atwood logra brillantemente.
Puntuación:
Autor: Margaret Atwood
Título original: Hag-Seed
Primera edición: 2018
Por Mr. Tom