Reina | Elizabeth Duval

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«Reina», de Elizabeth Duval

“Reina” se trata de un texto autobiográfico de una universitaria española que estudia Filosofía y Letras Modernas en París.

Una chica joven que une a las características de la generación Z algo inusual en esa generación, cual es el profundo conocimiento del bagaje cultural que nos precede.

Autoficción

“Reina”, escrita en la inevitable primera persona, nos sumerge en las experiencias de una joven que van vertiéndose en un texto que toma dos caminos distintos y complementarios: el de las emociones personales y el de la reflexión. Ello hace que la autora pase de manera sincopada de los sentimientos al ensayo filosófico-literario, y del ensayo a la a la observación del entorno. En el terreno de los sentimientos pasa también, de manera sobresaltada, del entusiasmo a la decepción y viceversa.

 Y todo ello nos lo ofrece con una dosis de sinceridad que apabulla y con un incuestionable talento literario. Lo auténtico y lo sincero tiene cabida en un texto con hallazgos y provocaciones.

El lector se pregunta qué libro tiene entre manos: Memoria, biografía, autoficción; y aquí entro a comentar lo que sobre la autoficción se escribió en esta web a cuenta de nuestra reseña sobre la obra de Aixa de la Cruz “Cambiar de idea”.

La autoficción acusa tres problemas de base: uno la desfiguración de los entornos, más que nada por la necesidad de no convertirse en un infiltrado en su propio círculo. En segundo lugar, la fabulación, inevitable acompañante de las biografías; y en tercer lugar al Ego, que todo lo invade y lo matiza.

Es cierto que en la autoficción caben más cosas, como el surrealismo exacerbado, las excursiones fuera de la realidad, lo onírico y opiniones políticas ajenas, pero no dejan de ser expresiones del yoísmo y de parte del equipaje de contradicciones de un autor. Así, que, en definitiva, estamos ante una memoria personal con un amplio espectro de formas y contenidos.

Lo identitario

“Reina” de Elisabeth Duval (Alcalá, 2000) ve la luz casi a la vez que “Fuera de sí” de Marianne Salzmann (Volgogrado, 1985) Dos editoriales distintas, dos autoras de diferente nacionalidad, dos enfoques distintos, pero una coincidencia que intuyo que es el impulso primario de las dos creaciones: la búsqueda de identidad, aunque de muy distinta manera. Salzmann lo hace desde el “tormento y el éxtasis”, y Duval desde el descaro, la desinhibición, un hambre de vida notable y una admitida compulsión por relatarse a través de la escritura.

En Salzmann es una búsqueda evidente y declarada, como corresponde a una confrontación de madurez. En Duval la búsqueda tiene más que ver con la subida de un peldaño más en su acceso a la madurez. Ambas defienden el concepto de feminismo integrador, el que incluye al movimiento Trans, pero en ambas esa defensa se hace sin entrar en lo discursivo (a pesar de que en el caso de Duval la tendencia a lo discursivo invade casi todo su texto).

En ambas aparece el proceso de administración de hormonas y ambas incluyen en sus comentarios referencias a Paul B. Preciado. En Salzmann es nombrado como inspiración, en Duval como motivo de reflexión. Duval se permite una serie de comentarios que parten de la alabanza para entremezclar críticas.

La referencia a Preciado es oportuna porque es aquí donde se explica el misterioso título del libro “Reina” y se entiende que un título tan prominente debe darnos alguna clave respecto a la intención de la obra. Duval reprocha que Preciado haya terminado su viaje Trans alcanzando el respeto del entorno y se haya instalado en una respetable y cómoda situación personal. Duval reprocha ese respeto conseguido por Paul B. Preciado en el sentido en que lamenta que a ella el terreno recorrido le llevará a un lugar donde persistirá el acoso y la lucha por la igualdad.

El lector se pregunta si esta digresión sobre Preciado y los matices del recorrido son de verdad tan relevantes. A mí me parece que no lo son, porque cada proceso en la vida tiene su propio camino y destino, y así hay que aceptarlo. Además, Beatriz Preciado es artífice del gran logro de conseguir que “lo singularísimo” haya sido aceptado universalmente. Eso es lo que ha hecho que haya podido instalarse en un confortable trono dentro de lo que podríamos llamar el establishment de la heterodoxia.

Reprocha a Preciado la grandielocuencia de quien ha sido reconocido como hombre. En mi opinión la grandielocuencia de Preciado es una acompañante menor de la desmesura. La lucha de Beatriz Preciado es de dimensiones antológicas porque partió de la zona cero, y necesitó de toda la ferramenta de combate disponible para abrir una zanja en un terreno de pedernal. Duval, los Trans y sus epígonos cuentan ya con una veta expedita y no necesitan la grandilocuencia, aunque un cierto grado de desmesura nunca está de más.

Lo que Duval habría de combatir para llegar a su Reino no es a Preciado, sino a lo que había antes de Preciado, que aún subsiste, incluyendo al feminismo excluyente radical que rechaza de plano construir un terreno común de vindicación con la comunidad Trans. Paradójicamente se puede interpretar que el trono ansiado de Reina es, en esencia, el que ya ha conseguido Paul B. Preciado.

Sobre esta interpretación hay que decir que E. Duval entiende que su reproche no va en esta dirección sino en que Preciado no ha cambiado su discurso habiendo cambiado su status. En consecuencia, está asumiendo un discurso que ya no le corresponde. Es una sutil (o quizá no tan sutil) diferenciación que invita a polemizar, pero que me parece que expresa la férrea posición de la autora de que el sufrimiento, la rebelión y la humillación ante los agravios es primordialmente patrimonio de los agraviados.

 A quién recomendar este libro

Del capítulo (o apartado) Nº 76 parece deducirse que su público se centra en las lectoras urbanitas. Podría aceptarse que eso atañe a la parte más intimista, pero creo que el libro presenta más potenciales lectores, porque es un libro que puede recomendarse a todo el que esté interesado en entender nuestro mundo posmoderno y a donde nos lleva su vorágine dinámica.

Del mismo modo que es reprochable que la generación Z denigre la cultura tradicional y/o la ignore, también es reproblable que la cultura tradicional ignore las raíces de la Nueva Cultura.

Diciéndolo de otra manera: Del mismo modo que es reprobable que la cultura de la generación Z no perciba que todo lo que tiene en sus manos lo ha heredado del mundo de ayer (eso que se llama civilización y que tiene que ver tanto con el comer con tenedor como en la invención de los chips, los whatsApp y, la Red), también es reproblable que la cultura tradicional renuncie a interesarse por lo que la posmodernidad va a construir con el caudal hereditario.

En cuanto a cierta proliferación de lo erudito, que puede resultar pedante a algún lector, a mí me ha parecido pertinente y siempre “dentro del sentido del texto”. Y brillante. No hay pedantería, es más, lo considero un aspecto genuino; excepto, quizá, alguna nota “vicina al tono”, como lo de la trayectoria retrógrada de Mercurio que, sinceramente parece salida directamente de Internet.

A resaltar la frescura de las primeras páginas, el descubrimiento de las nuevas claves del entorno, las nuevas amistades y la integración en una sociedad diferente.

En cuanto a la pregunta primaria clave para cualquier libro: ¿Se lee con gusto o aburre? «Reina» se disfruta, aunque haya pequeños trágalas, porque es un libro de opiniones radicales, que pueden soslayarse sin apuros. En resumen: un libro lleno de sorpresas en muchas de sus páginas; una muy interesante obra de pre – madurez que recomendamos leer. Y apuntamos el nombre de Elisabeth Duval para el futuro.

Por Isidro M. Gimeno



Ficha técnica:
Reina
Editorial CABALLO DE TROYA
Penguin Random House Grupo Editorial
Marzo de 2020
Elisabeth Duval


Reina | Elizabeth Duval
PUNTUACIÓN:
7.5

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