“La Historia Universal“, Ali Smith (Inverness, 1962), es un libro que se compone de doce relatos cortos.
La editorial ha incluido en la portada una faja con dos leyendas. Una de ellas dice: “Me alegré muchísimo de estar vivo y poder leer estos cuentos”. No está mal. La otra cita es una alabanza tipo, un poco convencional. La cita que yo sugeriría es: “La Historia Universal”: el enigma de lo cotidiano; medio parafraseando a Naipaul, porque lo cotidiano y su misterio es la armadura que sustenta el libro.
Demos las gracias primeramente a la editorial “Nórdica Libros” por esta publicación muy bien presentada, maquetada y diseñada y con una muy buena traducción de Magdalena Palmer.
Ali Smith tiene prestigio internacional y debe contar con un número de lectores fijo, no millones, pero sí un buen número de fieles lectores a los que no defrauda, y con este libro tampoco. Ali Smith huye de las grandes historias, en realidad parece detestar lo que quizá algunos autores buscan: una buena historia. Smith se queda con un rastro paralelo al texto que transcurre por debajo, como un arroyo subterráneo.
La tragedia, la ilusión o la desesperanza no están en el texto, sino en la reflexión a la que se va invitando mientras se lee y, sobre todo, al acabar la lectura de cada relato. Por eso, ciertamente, habrá lectores que no den ese paso y se queden con lo estrictamente superficial. Estos lectores pensarán que se trata de una buena escritora y de un texto atractivo; pero dando ese paso la obra de Ali Smith da satisfacciones adicionales, porque abre una puerta que nos lleva a paisajes muy distintos. Y ojo, porque la puerta no se ve.
El desdoblamiento es tan subrepticio que puede muy bien pasar desapercibido. Este juego está presente en casi todos los relatos pero es especialmente visible en varios de ellos. Pondré tres ejemplos. El relato titulado “Créeme”, donde una relación lésbica nos introduce en la nostalgia de la pérdida de pertenencia a un mundo mayoritario; reflexión que pocas veces se pone sobre la mesa cuando se habla de minorías.
En “Al calor de la historia” nos habla de una Nochebuena singular, pero dentro de lo convencional. Al final, nos damos cuenta de que de lo que la autora ha estado escribiendo es sobre desoladoras noches cotidianas. Y no lo hace por medio del contraste, sino de la simbiosis narrativa. Dicho de otra manera: construye un relato que contiene las dos versiones en una.
En otro de los relatos, “El principio de las cosas”, nos presenta la ruptura de una relación mediante una imagen escenográfica que alude a la pérdida del confort común (la casa, los utensilios de cocina, la calefacción…), y que, en último término, alude a la huida de los personajes hacia un mundo gélido. Mundo gélido=incierto futuro.
Hay que agradecer a la autora que no incluya innecesarias incursiones en la experimentación, como en otras obras, y que si consiguió con ello un resultado excelente en “Hotel World”, no lo fue tanto en “Accidental”, libros ambos publicados por Alfaguara.
También sugerir a quien corresponda, que se nos regale con la publicación de otras obras de Ali Smith. Confieso mi predilección por ella, porque es una escritora fiel a sí misma y auténtica; por algo tiene tanto prestigio en el mundo anglosajón.
¿A quién recomendar «La historia unviersal»?
Y por último, ¿a quién recomendar este libro? En primer lugar a los devotos del relato breve. Quien haya gustado de Cortázar, Carver, Salter o Blandiana, tiene la oportunidad de disfrutar de esta edición. También, a los grupos que se reúnen para poner en común sus comentarios y discusiones, o sea, los clubs de lectura. Da para un sinfín de interpretaciones y puntos de vista. T
ambién a los escritores de relato breve. Para quienes de ellos no hayan leído a Ali Smith, puede ser un hallazgo. La literatura como fuente de inspiración de la literatura, como suele decirse. Y, finalmente, a los lectores que buscan un texto fuera de cataclismos, mentirijillas, sorpresas y trucos, es decir, los lectores que desconfían de lo “apasionante”. Lo apasionante de “La Historia Universal” está en la profundidad de su sencillez.
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