¡¡Sorpresa, sorpresa!! Esa es la palabra que suscita la nueva obra de Francisco Bescós. Porque “La ronda” sorprende, desconcierta.
Después de una excelente “El porqué del color rojo” calificada aquí en octubre del 19, como una excelente novela negra de indudable calidad literaria, Bescós nos presenta un thriller de acción cargado de adrenalina, alejado de su anterior publicación. Nada que ver. Diferente del todo. Un entretenimiento puro y duro que sube y baja entre cosas que están muy bien conseguidas y otras que aún siendo y respetando lo que el autor ha querido escribir, nos han parecido más vulgares.
Pero Bescós es Bescós y con una inteligente y correcta narración a la que se une una buena escritura, el autor consigue que hasta lo más trivial llegue a interesar y lo más inverosímil sea en realidad un trampolín encubierto para relanzar el suspense a un grado superior.
El escritor sabe cómo enfocar la acción para que sus inconcebibles giros, sean admisibles y ayuden a apuntalar un relato que perdía su fuerza y potencial inicial, consiguiendo un importante aporte de interés; porque conseguir que una situación límite que roza fuertemente lo improbable se haga creíble, sólo se logra con una buena, alegre y desenfadada escritura y manteniendo un ritmo ágil.
Excelente, de una perfección suma, la narración del operativo policial montado para efectuar una detención y el posterior interrogatorio y declaración de un detenido.
¿De qué trata La Ronda?
Algo está pasando, algo grande y muy complicado. Alguien está matando en Madrid. Dos inspectores adscritos a diferentes comisarías se hacen cargo de casos distintos. Los dos, antiguos conocidos terminan trabajando juntos. El inspector Juan Luis Seito, joven, cuarentón, separado, para quien lo más importante es su trabajo y José, su hijo disminuido psíquico. A su lado se mueve la inspectora Dulce O’Rourke, de ascendencia irlandesa. Ambos conectan bien con nosotros y entre ellos, a ratos.
Después de una primera parte que sirve prácticamente de introducción y presentación de personajes, y cuando la novela parecía que iba a ser una más, entretenida, sí, pero una más dentro de ese universo en expansión que es el género negro, la narración da un cambio brusco y “La ronda” entra en una dinámica diferente. Lo que parecía sencillo torna a una extraña complejidad. El equipo policial está desconcertado tanto como nosotros porque lo que intuimos nos cuesta aceptarlo, porque llegando al nudo, al relato se suman, de repente, elementos extraños.
No entendemos lo que está pasando, no lo comprendemos. Algo inusual. Una situación tan extraña como sorprendente que nos hace dudar y poner en cuestión algunas cosas. La resolución va convirtiéndose en algo “más difícil todavía” y el relato va pasando por fuertes altibajos. Junto a momentos algo más triviales, pero con un alto grado de suspense, algo que en ningún momento se le puede negar a la novela, hay otros de excelente factura y belleza expositiva. “La ronda” pasa de ser una excelente novela negra a un sencillo thriller de acción y viceversa en cuestión de segundos o de líneas.
Latente a lo largo de la narración queda aunque velada, la referencia a la cada vez más extraña pareja justicia/ley, a la que Francisco Bescós incorpora un discordante tercer elemento, el poder del dinero. El respeto a la ley es la base para un buen funcionamiento social y la convivencia pacífica. El inspector Juan Luis Seito tiene claro que la ley debe de ser cumplida y por tanto hay que hacerla cumplir y donde el sistema fracasa hay que seguir aplicando justicia, con justicia.
Parece ser que “La ronda” ha tenido una difícil gestación. Lo que se desprende por lo dicho por el autor en “Agradecimientos” y que termina con un….“A ver qué pasa ahora”. Pues pasará lo que tú quieras que pase. Depende de ti. Pero tirar la toalla, nunca. Buena voluntad y buen humor. De momento has conseguido que alguien ya esté esperando tu próxima obra.