En tocado y hundido, Lisa Gardner vuelve a ponernos en la piel de una de sus detectives favoritas, la investigadora Tessa Leoni.

Tocado y hundido es una novela difícil de escribir, porque todo aquello que se refiera a la mente humana es delicado. Por la misma razón, en ocasiones, también es de difícil comprensión.

No ayuda a ello la utilización simultánea y en la misma narración de dos tiempos verbales. Es arriesgado porque desorienta y puede producir confusión, máxime cuando nos encontramos todavía en los comienzos del relato.

Sinopsis

Cuando Nicole Frank sufre un accidente de coche, el sargento Wyatt Foster y la investigadora Tessa Leoni se adentran en un laberinto del que les es imposible salir. Porque si la investigación de lo ocurrido esa noche en la que un Audi se estrella en circunstancias anómalas, ya es complicada de por sí, cuando se abre delante de ellos el mundo impresionante y desconocido de la mente humana y su comportamiento en momentos graves, se complica aún más.

Ambos investigadores ven cómo todo se desploma a su alrededor. No hay nada que se sostenga ni, aparentemente, tenga coherencia.

Lisa Gardner penetra así en una mente con síndrome posconmocional y lo hace con pleno dominio de la escritura y con claros conocimientos temáticos que le permiten conseguir y, sobre todo, transmitir situaciones de angustia, sensación de ahogo y una perturbadora ansiedad.

Esa documentación de la autora le permite conducir el relato con seriedad e interés. Nos encontramos con una protagonista con una infancia traumática, motivadora de un trastorno psicótico que le hace perder contacto con la realidad y con comportamientos poco habituales, añadiendo a ello la conmoción cerebral surgida después del accidente.

La gran protagonista de Tocado y hundido es la mente humana, esa gran desconocida, siempre insondable y nunca previsible.

A pesar de un comienzo confuso, Gardner consigue una buena novela en todo su desarrollo y con un final para el que nos está preparando desde el comienzo y que no defrauda.

Da la impresión de que la autora ha tenido en su cabeza el objetivo de introducirnos en un complejo laberinto y seguro que, al hacerlo, ha disfrutado, porque sabe que ha logrado sorprendernos.