La Trenza (La Tresse) fue publicada por primera vez en Francia en 2017, por Éditions Grasset & Fasquelle y supuso el debut en la escena literaria de la autora Laetitia Colombani.
En España la novela es publicada un año más tarde por el grupo editorial Penguin Random House, concretamente por Salamandra.
En La trenza la autora nos narra con maestría y sublime precisión las vidas, en apariencia tan distintas y esencia tan similares, de tres mujeres que motivadas por un imperioso anhelo de libertad romperán con lo preestablecido en busca de su propia senda y culminación.
La escritura de Colombani es envolvente, sencilla, clara y dulce, sin perder por ello un ápice de contundencia. La novela es de lectura rápida, su propia estructura articulada en capítulos breves, que alternan y entrelazan las historias de sus protagonistas, le aporta ritmo y dinamismo a la lectura.
Desde sus primeras páginas, es inevitable que el lector empatice con las protagonistas: Smita, Sarah, Giulia y, por supuesto, Lalita; y se preste a fluir con ellas, de su mano, por la India, Italia y Canadá, escenarios elegidos por la autora para ubicar la novela. Entre los capítulos, con gran intencionalidad, la autora intercala unos versos, en un principio inconclusos y desconcertantes, que alcanzan su total sentido en las últimas páginas. Dan la impresión de ser pensamientos en voz alta de la autora, ecos espontáneos con los que avivar nuestro interés en el relato.
La Trenza es relato de tres mujeres, de tres luchas, de tres mundos y del perfecto círculo que, sin saberlo, las conectará. Es una oda a la autodeterminación, a la rebeldía, a la valentía, a la supervivencia, al empoderamiento, a la sororidad y a la esperanza. En el desarrollo del relato, asistimos al viaje íntimo y trascendental que cada una de las protagonistas emprende y que, sin duda, hará virar el curso de sus vidas.
La novela es una flecha directa al epicentro mismo de nuestros miedos cotidianos. Sin darnos cuenta, Colombani nos sitúa frente a temidas realidades en las que podríamos estar mirándonos cualquier día, sin previo aviso, de repente: la pérdida de un ser querido, una compleja enfermedad, la incertidumbre ante el futuro de una hija, la carga emocional de mantener a flote un negocio familiar destinado a la quiebra, la presión laboral de una carrera exitosa en un mercado de competencia feroz que hace de la conciliación familiar una utopía más, la culpa y otros tantos dilemas tan suyos, tan nuestros.
Sin embargo, las protagonistas afrontarán sus caminos, no sin temores, pero sí con una férrea decisión de tomar las riendas de sus vidas, lo que hace de la novela una lectura motivadora y luminosa.
La autora, además de poner el foco en las problemáticas concretas de las protagonistas, amplía su objetivo para lanzar una crítica a las sociedades en las que estas viven y no duda en adentrarse en cuestiones del todo incómodas, de las que somos conscientes y no queremos serlo. Por ejemplo, pretendiendo agitar las conciencias de la dormida sociedad europea, que ve naufragar vidas en sus costas, la autora sentencia así: “El mar es un cementerio” (2018:94).
Tampoco se libra la sociedad india, donde sigue vigente el sistema de castas y la figura de la mujer está completamente subordinada a la del hombre, hasta el punto de que las viudas indias “Están malditas porque se las considera culpables de no haber sabido retener el alma de su difunto marido” (2018:136). Por supuesto la sociedad americana tampoco escapa de la tinta de Colombani, entre otros juicios, la acusa de ser una sociedad que mide en parámetros de eficiencia, rentabilidad y rendimiento, dejando muy atrás, en ocasiones, las consideraciones humanas; parámetros que todavía se agudizan más y se tornan más exigentes en la medición de la mujer.
Catalogada desde su inicio como “fenómeno editorial”, la novela es, sencillamente, deliciosa. Recomiendo su lectura, con la previa advertencia de que La Trenza te atrapará y sucumbirás a ese entrelazarse suave pero decisivo .
“Dedico mi trabajo a esas mujeres
unidas por sus cabellos
como en una inmensa red de almas.
Las que aman, paren, confían,
caen mil veces, se levantan
y no se dan por vencidas.
Conozco bien sus batallas,
sus lágrimas y alegría,
porque cada una de ellas lleva un poco de mí”.