Iván Bunin narra en “Días malditos”, mediante un seguimiento diario, el ambiente y los hechos que se fueron produciendo desde Enero de 1918 a Junio de 1919, a caballo entre Moscú y Odessa.
No se trata de una narración con pretensiones historicistas, sino de las vivencias de un ciudadano que sale a la calle, observa, lee la prensa, atiende las noticias en los mentideros y sufre las penalidades y miserias de una revolución que divide a Rusia en dos mitades, como el mismo autor señala en sus notas.
«Días malditos» es uno de esos libros que puede recomendarse a los que tienen interés por la historia y los que no lo tienen. A los primeros porque describe la revolución y sus pormenores a pie de calle. A los segundos porque, sin tener en cuenta el contenido político, nos introduce en la vida de un ser humano que nos desvela sus pensamientos y emociones, unas veces desde la euforia de la esperanza y otras desde la desesperación.
Hay que decir que Bunin pertenecía a la clase media acomodada y era, por tanto, una diana perfecta para ser objeto de persecución como enemigo del pueblo. Cuando escucha en las calles el grito de la turba : “¡Golpeadlos, ejecutadlos, ahogadlos!”, sabe que él es el objeto de esa petición, lo que le lleva, entre otras precauciones, a guardar sus escritos en escondites tan recónditos que tiempo después sería incapaz de encontrar la mayor parte de los mismos.
Bunin se despacha a gusto contra los bolcheviques y contra los “campesinos, obreros y soldados” que campan a sus anchas intimidando a cualquiera que aparentara no ser adepto a la revolución. Por su diario pasan las anotaciones de la falta de comida y de agua potable, la caída del fluido eléctrico, los tumultos en las calles y la proliferación de desertores paseando con sus armas bajo el brazo.
Bunin defiende la estructura social zarista sin ninguna conciencia de las desigualdades, las miserias y la injusticia que reinaba en el país más atrasado de Europa en acometer reformas sociales para cambiar una estructura semimedieval. Dos Rusias enfrentadas no solamente en los pueblos y ciudades, sino también en el campo de batalla. Porque al caos de la sociedad civil se une la confrontación de los ejércitos. Por una parte los rusos blancos, a las órdenes de Kolchak y Denikin (y de las potencias occidentales), y, por otra, el ejército rojo comandado por Trotsky. La guerra causará un incontable número de víctimas.
Como lector, hay que tomar cierta distancia que permita distinguir entre las opiniones de Bunin y los hechos que se narran. Ambas cosas alteradas por el particular calvario del protagonista. Para contrarrestar cualquier visión parcial, uno debe acudir a lecturas de escritores de diferentes bandos dentro del catálogo de autores que tomaron la revolución como eje de su actividad literaria.
Sobre Iván Bunin
Ivan Bunin fue el primer Premio Nobel ruso (1933). Vivió en el exilio. Fue marcado a fuego por el régimen soviético hasta tal punto que alabar su obra constituyó un delito contra el pueblo. Durante las purgas de los años 30, Varlam Shalamov tuvo el atrevimiento de denominar a Bunin “un escritor clásico de la literatura rusa”, afirmación que, sumada a otras igual de inocuas, le proporcionaron diez años de pensión completa en el Gulag.
“Días Malditos”, al parecer, tiene poco que ver con las obras fundamentales de Bunin (que reconozco no haber leído). No es una obra propiamente literaria, ni de creación. Es un diario estremecedor de alguien que intenta con todas sus fuerzas sustraerse al pánico, y que trata de escribir sobre la cotidianidad en medio de un caos absoluto. Importante anotar que evita las incursiones en el discurso político, algo de lo que posiblemente le resultó difícil abstraerse.
A modo de ejemplo de la atmósfera irrespirable que se vivió en aquellos años incluyo aquí una cita de sus notas el día 11 de junio de 1919:
“Tras una larga semana de encierro entre cuatro paredes, sin aire, casi sin poder conciliar el sueño, con puertas y ventanas aseguradas con barricadas me atreví con paso vacilante a salir de la casa…” Aterrador.
Ficha técnica:
Editorial Acantilado
Quaderns Crema SA.
Reimpresión de Junio de 2019