La historia que hay detrás de la novela “La vida ante sí” merece la pena ser contada antes de comenzar con su lectura. Esta novela, que fue adaptada al cine en el año 2020 con Sofía Loren como protagonista (aunque la historia está un poco modificada por lo que he leído en la sinopsis), ganó el prestigioso concurso de literatura francés Gongourt en el año 1975.
El manuscrito venía firmado por un desconocido Emile Ajar, escritor que nunca llegó a desvelar su verdadera identidad. Fue más tarde, en una nota que el escritor Romain Gary redactó antes de suicidarse en 1980, donde aclaró que era él el que se ocultaba tras el seudónimo de Emile Ajar.
Romain Gary nació en Lituania, pero a los 13 años se estableció en Francia. Escribió su obra en francés e inglés y se convirtió en la primera persona en ganar dos veces el premio Goncourt, una con el libro citado antes, y otra por «Las raíces del cielo (1958)» escrito bajo su verdadero nombre. Para quien quiera conocer más sobre esta interesantísima persona multifacética (fue aviador, diplomático, escritor, realizador, guionista…) recomiendo la lectura de su biografía «La promesa del alba (1960)».
Sinopsis
En «La vida ante sí» vemos el mundo a través de los ojos de Momo, un niño pequeño que vive en el sexto piso de un edificio antiguo con la señora Rosa, una mujer que tiene en acogida a hijos de prostitutas a cambio de una compensación económica. La señora Rosa es una judía superviviente del Holocausto que tuvo que salir huyendo de su casa para salvar la vida y que vive marcada por esa experiencia traumática con el miedo de que en algún momento pueda repetirse la situación.
El libro nos introduce en la vida de los barrios de París en los años 70, la inmigración, el cruce de culturas, la pobreza… pero todo esto, al pasar por el filtro de la mirada del niño, se transforma en una realidad más tierna, más acogedora, menos hostil.
Inicialmente es la señora Rosa la que cuida del pequeño Momo, pero ya desde el principio del libro se nos desvela la evidente evolución de la historia. La señora Rosa tiene mucho peso y se va haciendo mayor, le cuesta cada vez más subir por las escaleras hasta el sexto piso del edificio, y poco a poco los papeles se van invirtiendo. Momo empieza a cuidar y a hacerse cargo de la señora Rosa cuando esta empieza a enfermar. Entre los dos se genera una relación de mutua dependencia, se necesitan, no pueden vivir el uno sin el otro.
A pesar del drama que se respira a lo largo el libro, la interpretación de las situaciones que hace el protagonista aporta un enfoque cómico y, en ocasiones, de clara crítica hacia muchos aspectos de nuestra sociedad y de nuestro comportamiento.
«La vida ante sí» es una novela en la que se percibe ya el miedo a la muerte muy presente en la obra de Romain Gary, y sobre todo, el miedo a morir en un hospital, que se presenta como un lugar frío, deshumanizado y en el que Momo evitará que envíen a la señora Rosa hasta las últimas consecuencias.