«Cambiar de idea» es el libro con el que Aixa de la Cruz (Bilbao 1988), lleva camino de convertirse en una de las voces más valiosas de la narrativa española actual.
En «Cambiar de idea», la autora, deliberadamente o no, nos sumerge en un “Nuestro pequeño mundo antidisney” con sus luces y sombras y nos da un retrato a veces color turquesa, a veces ocre y acre, de una sociedad llena de jóvenes y en el entorno de una contracultura espléndidamente culta, valga la paradoja.
No queda claro si las continuas salidas de renglón son consustanciales o artificiales, pero sí que se trata de una literatura de aristas en la que la autora nos habla unas veces de su verdad y otras de su periferia.
Porque toda novela tiene algo de biografía y viceversa. Pero tiene el gran valor de que nos presenta solapadamente una visión que pertenece a un colectivo de libres e iguales, dicho sea con y sin ironía.
Digamos que si lo objetivo es una reunión de subjetivos, los subjetivos que elige Aixa de la Cruz están sesgados por la elección de un entorno restringido. Pero eso es estupendo para un lector ávido de entender nuestra sociedad en todos sus recovecos, que, por cierto, no son tan exiguos.
La novela parece, en un primer momento, una confesión que incluye un atenuado acto de contrición, pero podría considerarse mejor como un acto de represalia. ¿Contra quién? Difícil decirlo, porque una represalia exige dos facciones y, en este caso, ¿Quién es la represaliada? Es curioso y llamativo este juego de venganza contra uno mismo.
A veces la novela parece una reflexión ante el espejo y a veces un espejo que reflexiona. Son los problemas y las trampas del yoismo que impregna parte de la narrativa actual, sobre todo la femenina.
Y parte de esta dificultad de comprensión para el lector se basa en la propia base del relato, que se construye sobre la autoficción. La autoficción, el lector intuye que también aquí, acusa tres problemas de base:
uno la desfiguración de los entornos, más que nada por la necesidad de no convertirse en un infiltrado, a lo Galdós, que en su tertulia parece ser que “los otros” acabaron por no hablar, hartos de verse reflejados en sus novelas. Esa desfiguración se da por hecha en Aixa de la Cruz, porque es necesaria y porque su inteligencia da para eso.
En segundo lugar, a la desfiguración se añade la necesaria fabulación que acompaña a las biografías; y en tercer lugar al Ego, que todo lo invade y lo matiza.
Así que el lector entiende que se trata de una biografía parcial con elementos desfigurativos, fabulaciones y enroques cuyo alcance tiene un perímetro difícil de estimar.
¿Quita eso autenticidad a la novela, aunque se diera en proporciones notables? Pues no, porque lo auténtico es lo que el lector percibe como tal, y “Cambiar de idea” destila autenticidad.
En cuanto al feminismo que impregna la novela, digamos que sería conveniente que fuera leída por nuestros políticos, y no sólo los más conservadores, para progresar en la comprensión de una problemática de amplias ramificaciones y que está para quedarse.
Es posible que en el relato esté muy presente la aportación del admirable Beatriz Preciado, y perdón a la autora si no fuera así, porque nadie guerrea en solitario y caminamos a hombros de gigantes (lo dijo Newton).
Sin la aportación hecha a calzón quitado de Preciado, mucho de la narrativa femenina actual estaría más contenida o sería menos descarada, me refiero a las máscaras.
Por otra parte, algunas partes de “Cambiar de idea” que parecen más descarnadas, se volverían casi convencionales si sustituyéramos la protagonista femenina por uno masculino (hágase la prueba). Lo mismo que ocurre con Beatriz Preciado. ¿Qué tal el Yo masculino de Bukowsky, tan admitido y comprendido por todo el mundo?
La conjunción de pensamiento y narrativa
Difícil empeño salvado con sobresaliente, aunque quizá habría que dar más espacio al lector para descodificar y menos plato servido, pero esto es opinable. De cualquier forma, este punto es característico y brillante de la autora y requeriría más comentario del que se destina a esta reseña.
En cuanto a quien puede recomendarse este libro: NO a todo el mundo, aunque sí puede interesar (y entretener) a todo el mundo. Cien por cien recomendable a quien busque literatura de autor. Ese, no debe perdérsela.
Dos últimos comentarios sobre la autora: El primero, que parece que convierte la vida en literatura según la transita, lo que nos lleva a admirar su incuestionable vocación de escritora. Y el segundo, sobre la pregunta que se nos plantea sobre la autora como personaje central de un relato lleno de intimidades y de vulnerabilidad: pues que se trata de un ser humano.
Por Isidro M. Gimeno
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