“El enigma del cuadro de Sator”, quinta entrega de la serie “El Enigma”, es una novela negra en la que tiene mucho que ver el controvertido “Cuadrado Sator” hasta hoy indescifrado.
De origen romano su aparición se remonta a los primeros años del cristianismo y ha aparecido allá donde las legiones romanas extendieron su Imperio. El cuadrado es un multipalíndromo cuyo significado sigue hoy siendo motivo de múltiples teorías. Ni científicos ni arqueólogos se han puesto de acuerdo. Parece ser un signo de protección que se grababa en la entrada de las “domus” y edificios con cierta afluencia de gente.
“Sator “es la base de una investigación policial, protagonizada por los ya conocidos Carlos, Jesús, María y la singular y entrañable Clara, que por su sabida particularidad, saca de quicio a unos y otros, sobre todo a su novio y a María. Dos policías y dos colaboradores externos, a los que se unen dos miembros del equipo policial, Raúl y Manuela, también ya conocidos.
De qué trata “El enigma del cuadro de Sator” de Verónica Caballero Sánchez.
Teo, pintor adscrito a una Galería de Arte muere de forma repentina y sin motivo aparente. Las circunstancias son tan extrañas que María, amiga suya, duda y convence a Carlos y Raúl para que lo investiguen. Teo, considerado por todos como una buena persona, estaba muy involucrado en labores sociales.
Junto al padre Roberto ayudaba, dándoles clase de pintura en las dependencias de la iglesia que el joven padre dirigía, a un grupo de chicos jóvenes, menores y todavía en el instituto, todos ellos con serias carencias afectivas. Nadie se explica el porqué de su muerte.
Alrededor de ello Verónica Caballero nos deja un “noir” rápido en la consecución de los hechos. Como ya es tradicional y conocido, la escritora deja su impronta con la aparición del enigmático cuadrado en el último cuadro de Teo que, al parecer, sintiéndose en peligro ha dejado una serie de pistas a sus amigos. Alguien tiene oscuros intereses.
Nada parece tener sentido. Se desconocen los motivos que hayan podido mover a alguien para acabar con la vida de una persona como Teo. Sin embargo el criminal sigue ahí, está muy cerca, ellos lo notan y todos se sienten amenazados.
Verónica utiliza sus conocimientos de historia movida por su inquietud y sus clásicas investigaciones previas al desarrollo de la trama que aportan originalidad al relato y lo convierten en algo más. Los investigadores, policías y colaboradores, se mueven entre descifrar las misteriosas pistas que van apareciendo y la búsqueda del móvil del crimen o un motivo que haya provocado esa actuación del criminal, mientras intentan analizar qué es lo que mueve a éste, para adelantarse a sus próximos pasos. La escritora consigue secuencias en las que la intriga y el suspense tienen fuerte impacto.
No puedo obviar que “El enigma del cuadro de Sator”, a mí, me ha parecido, junto con “El enigma masón” la más juvenil de las tres que yo he leído. Parece escrita para un público más joven. Entretenida, la última novela de Verónica Caballero no me ha hecho olvidar “El enigma de Botticelli”, para mí la mejor de las tres leídas.