“Jotadé” mantiene las características de la escritura de Santiago Díaz. Impacto continuo. Capítulos cortos y excelente planteamiento inicial con un fuerte comienzo.
Compleja en su estructura y guión, pero de una encomiable sencillez en su escritura, suelta, coloquial y fluida, que favorece su lectura. Diferentes escenarios sobre los que Díaz va dibujando infinidad de indicios que introduce en cada uno de ellos con precisión. Nada es previsible.
Desde “El Buen Padre” primera que leí del autor y que me pareció magnífica, he seguido su trayectoria con verdadero interés, porque el autor sabe atraernos y mantenernos atentos a unas narraciones que gustan, tanto la mencionada como “Las otras niñas” o “Indira”, reseñadas aquí en su día, son ejemplos de claridad y sencillez expositiva con un fuerte interés y un alto suspense.
“Jotadé” sigue la misma tónica. Acción rápida, un buen argumento con diferentes hilos que se incorporan a la trama con habilidad y que hacen aumentar su complejidad y al igual que la trilogía “Indira” todo rota alrededor de un personaje, el subinspector de etnia gitana Juan de Dios Cortés, Jotadé. Imprevisible y autosuficiente pero de ninguna manera prepotente.
Duro y deslenguado, no se arredra ante nada. Personaje sencillo y con una gran personalidad, aunque en algunos momentos nos pueda parecer algo querido de sí mismo o incluso superficial. Se mueve con increíble soltura en cualquier ambiente tanto criminal como policial o personal y tiene una tremenda seguridad en sí mismo lo que le permite salir airoso de los líos en los que se va metiendo con algo de inconsciencia.
Ciertos comportamientos, y algún comentario como “una eternidad para pasar una página” en una narración seria, no cuadran mucho con alguien que ha superado su estancia en la Academia de Ávila y ha superado el curso de subinspector pero hay que tomarlo como el contrapunto, al punto serio que en ningún momento la novela abandona, licencias que Díaz se concede en beneficio de la amenidad del relato y de la que el autor nos pide cierta condescendencia. Jotadé va por la vida como si el mundo fuese suyo.
La línea entre el Bien y el Mal la tiene completamente difuminada, todo va en función de su propio criterio, aunque éste no es discrecional, sino basado en lo justo y por supuesto los límites los traza él. Pero ¿es él, realmente así o hay algo más?
¿De qué trata “Jotadé” de Santiago Díaz?
Madrid. Cinco encapuchados cuelgan a dos hombres, a los que antes evisceran, por el cuello en uno de los puentes que cruzan la M-30. Los hechos provocan un accidente en el que, Noemí, la hija pequeña del comisario muere. Narcotráfico, primeros contactos con el fentanilo y la consiguiente lucha en las calles por su control, son las bases sobre las que Díaz armoniza un relato serio y muy entretenido.
Irreverente al sistema, Jotadé no respeta sus normas porque sencillamente él tiene otras, diferentes. Las normas válidas son las necesarias, las que cada ocasión requiere, en consecuencia, él las va adaptando a conveniencia, algo que no gusta a sus superiores que, al mismo tiempo que lo miran con desconfianza, le respetan por los resultados obtenidos en su trabajo.
Jotadé tiene una inmensa fuerza. Su lectura absorbe y te quita hasta el dolor de cabeza. Te abstrae. Inclusiones de hilos argumentales no esperados en un guión cambiante y flexible ya repleto de ellos, abren nuevas expectativas a las ya innumerables existentes. Hechos posteriores provocan hacia el subinspector un rechazo tanto de los de su etnia como de sus propios compañeros, al mismo tiempo que es respetado y admirado.
Pero si su día a día es difícil, las circunstancias en las que se encuentra en la actualidad y en las que se mete, a sabiendas unas veces y otras a la fuerza, convierten su vida en un infierno, difícil y enormemente peligrosa.
A un guión negro y pleno de acción, Díaz incorpora diferentes relaciones personales que aportan a la trama un alto interés y la novela adquiere de esta manera tintes de thriller psicológico en el que hay muchos personajes involucrados. La conocida Lucía Navarro, actualmente en la cárcel y su relación con Andrea, los hijos de Hilario Garza jefe del narcotráfico, la de Jotadé con su ex, Lola, todas ellas forman un relato muy coral que Díaz conjunta muy bien, conformando una narración en la que todo está medido a la perfección.
Es precisamente el protagonista el único que parece desubicado, una persona con las ideas muy claras que sin embargo, no sabe qué hacer con su vida. Puede ser percepción nuestra o quizás es lo que ha querido el autor. La situación personal de Jotadé cambia de manera radical a lo largo de la narración.
Está tan fuera de la ley como dentro. Le sobran arrestos para llevar a efecto lo que se propone y al mismo tiempo tiene miedo de que sus actos afecten a quienes más afecto tiene, sabedor de que se mueve en un terreno hostil y peligroso. Y Jotadé arriesga.
Hay algunas sorpresas tan fuertes que te dejan frío. Paras. El relato impacta casi de continuo, pero lo hace de manera natural. A pesar de su fuerza, no hay nada forzado.
A la novela no le falta nada. No es solo una investigación de la muerte violenta de dos personas. A ello se suma otra del departamento de Asuntos internos, narcotráfico, ajustes de cuentas, diferentes temas personales, asesinatos, estancias en la cárcel y alguna más, hasta un final sorprendente que aclara muchas cosas, porque la inverosimilitud de algunas situaciones dudosas o cuestionables por parte nuestra, quedan perfectamente aclaradas y si había alguna duda de falta de credibilidad o convencionalismo en algún punto, quedan esclarecidas en su totalidad.
Díaz concluye la novela a su estilo, con una angustiosa inquietud, porque hay algo más. Algo muy oscuro.
Como dije al finalizar la crítica de “El Buen Padre”, “No hay mucho más que añadir cuando algo es bueno”.
JOTADÉ.
Autor: Santiago Díaz Cortés.
Editorial: Alfaguara.
Fecha de publicación: 13 marzo 2025.
Género: Thriller policial.
Páginas: 409.
