
“Puedes ir más abajo” es un thriller desconcertante. Dinámico e interesante el relato llega a absorber. Para él, podría valer lo dicho en “La chica del árbol”, porque once meses después, Montes vuelve a sorprender, pero a lo grande, con fuerza.
Buenas ideas puestas al servicio de una imaginación desbordante, volando muy alto, pero que el autor en esta ocasión no la deja hacerlo sola, sino que la sujeta bien, porque la narración, mucho más técnica, lo requiere y el autor no es ajeno a ello.
Escritura sencilla, rápida, diferente. Que Javier Montes escribe con soltura y facilidad, a la vista está. Que su pluma es bipolar, también. Por un lado brillante, con madurez, por otro, alocada y juvenil. Ambiente estudiantil en la pequeña población costera de Crescent City, California. Comienzo extraño con el accidente de un profesor de primaria y la relación de éste con los chicos del instituto. Teorías sobre la enseñanza y los métodos más idóneos para conseguir una adaptación e integración de los jóvenes en la vida. Redes, drogas y sexo.
¿De qué trata “Puedes ir más abajo” de Javier Montes?
Laura, la hija de trece años de Víctor y Andrea, profesores ambos en el instituto de la localidad, muere en un accidente de automóvil. Un mes después el padre se despeña por un acantilado. La detective de la policía Jane Barret y su compañero Liam “Lobo” Nelson recalan en la localidad para investigar los hechos.
Ninguno de los dos entiende por qué es el FBI quien tenga que encargarse de algo que a todas luces ha sido un accidente. Víctor Herrrera, profesor entre otras cosas del aula de música, era querido y admirado por sus alumnos y respetado por el resto del claustro. Sus métodos de enseñanza e integración estaban respaldados incluso por la misma Asociación de Padres. Solamente un profesor discrepaba de su sistema educativo y había presentado una denuncia contra él.
Jane, después de las primeras conversaciones, toma de contacto y algunas preguntas a alumnos, profesores y amigos da todo por hecho y concluido. Un desgraciado accidente. Sin embargo, algo no encaja.
La narrativa de Javier Montes está dotada de una inusual habilidad. La especial capacidad para hacernos dudar continuamente. La trama se va desplazando de un sitio a otro sin conexión aparente. En ocasiones se retrotrae en el tiempo unas semanas para mostrarnos hechos del pasado, imprescindibles para la debida comprensión de hechos posteriores, en breves analepsis, que se remontan solamente unas semanas atrás.
Al mismo tiempo el escritor introduce nuevos hilos argumentales que va desarrollando con exposiciones bruscas pero efectivas. Cuando la narración discurre tranquila Montes, de repente, le da un impulso violento. Repentino e inesperado nos desconcierta, lo deja ahí y continúa el relato, pero el efecto está conseguido, de manera sutil, pero eficaz. Hay secuencias completas que dejan desconcertado, como la excursión a caballo de Jane con Abey, una pausa precisa, un intervalo casi musical.
El autor para la acción, detiene el tiempo y la novela entera, y se permite una pausa reparadora, tranquila, que dice muchas cosas sin mostrar nada, mientras va uniendo las nuevas subtramas compactando un relato único que va tomando un cariz más oscuro a medida que se va percibiendo que en una mente se está instalando algo malsano, desequilibrado y peligroso.
“Puedes ir más abajo” no es sólo un interesante thriller con una más que entretenida trama criminal. Montes va desgranando sobre el idílico escenario de Crescent Hill, situaciones diversas. El poder de la prensa; cómo una parte de ella se otorga la libertad de juzgar por encima de las leyes, los abusos de poder, la pederastia, la lucha en las instituciones, utilizando todo tipo de argumentos, válidos o no, para conseguir el dominio, falseando la realidad mediante el engaño, las calumnias o los falsos testimonios.
La edad cada vez más temprana de las relaciones sexuales y la facilidad para el consumo de psicotrópicos.
El autor teje una trama realmente inteligente, muy complicada y rebuscada, le da vueltas aumentando su complejidad y la retuerce sin reparos una y otra vez y de repente, ya desconcertados, de un plumazo, en una línea se la ventila, y te olvidas hasta de respirar. Todo se queda flotando en el aire, sin ubicación. Las cosas no encuentran su sitio, porque sencillamente ya no existen.
Sobran, y sin embargo siguen ahí. Pero del mismo modo que termina un hilo subyacente, de igual manera es capaz de crear una nueva situación en el mismo tiempo, porque lo que el escritor tiene preparado es fuerte, muy fuerte; pudiérase pensar que demasiado, por cierta inverosimilitud que de nuevo provoca dudas y alguna pregunta, cuando de repente, de nuevo, todo eso, todo, desaparece en un nuevo golpe de efecto genial e inigualable y algo inesperado emerge y se manifiesta con toda su fuerza, rompiendo la realidad y rasgándola de arriba a abajo se presenta con toda su crudeza.
Montes consigue un final grandioso donde en cada página una nueva verdad nos muestra que efectivamente, puedes ir más abajo. En definitiva un universo criminal en continuo cambio.
Habrá quien pueda tachar la trama de excesivamente complicada e incluso de cierta inverosimilitud o cogida con pinzas. Ciertamente no es muy habitual pero igualmente cierto es que es tan posible como plausible atendiendo a los mecanismos de la mente, en gran parte desconocidos, y a la realidad actual.
Vuelve, por tanto, Montes a sorprender y golpea de nuevo con fuerza con una historia difícil y complicada de secuenciar sin incurrir en errores en los tiempos. Paralela a la trama criminal que el autor desarrolla con acierto manteniendo un alto nivel de suspense, el escritor arremete contra el peligro y el descontrol que el manejo indiscriminado, sin topes adecuados, de las redes sociales supone para los jóvenes y contra el hermetismo de las empresas que las sustentan.
No se queda ahí Javier Montes, porque a lo largo de toda la novela subyace el tema de la infancia en familias desestructuradas, e incluso no tanto, por el alcohol y las drogas donde los niños son los grandes perjudicados. Sufren lo insufrible desde muy pequeños. El miedo les convierte en débiles y esto les hace vulnerables de cara al futuro. El daño está hecho, no hay crueldad mayor, porque ese daño es irreversible e irreparable por su indefensión, por la falta de madurez, de formación, de voluntad.
Crea marcas, señales que pueden resurgir en cualquier momento y por la misma naturaleza del daño causante pueden surgir de manera brutal. La mente ya está afectada. Es el peor daño, el más dañino y el más cruel. El único que no debería tener perdón ni atenuante alguna. Afecta a toda una vida. No se olvida, porque la misma vida te lo recuerda continuamente.
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Autor: Javier Montes.
Género: Thriller policial.
Fecha de publicación: 2 junio 2025.
Editorial: Publicaciones Independientes.
Páginas: 325.