«El camino que no me llevó a Roma» supone el álbum de consolidación de Bely Basarte, quien en este trabajo nos guía por un viaje marcado por el desamor, la angustia y la incertidumbre, y el reencuentro con uno mismo.
Bely empezó ya hace varios años subiendo covers a YouTube, ganando popularidad entre los seguidores de la plataforma. Siempre dándoles un toque muy personal y adaptándolas a su voz, nos ha dejado varias versiones dignas de recuerdo (hay tantas que es difícil destacar sólo 2 o 3, pero su repertorio va desde una versión acústica de ‘Cancer’ de My Chemical Romance hasta la elegante ‘Tuyo’ de Rodrigo Amarante, que encaja a la perfección con su voz).
Su primer EP llegó en 2015, y su primer álbum completo en 2018, titulado ‘Desde mi otro cuarto’. En este segundo trabajo nos regala la experiencia y la madurez musical adquiridas en estos dos pasados años, y ha apostado por explorar sonidos muy distintos a los de su álbum debut (más acústico y sencillo en su producción).
Bely experimenta en el sonido, pero no relega a un segundo plano a las historias; su seña de identidad. A través de las 11 canciones que conforman el disco, vamos desengranando sus sentimientos y evolucionando junto a ella en las distintas fases de una ruptura.
«El camino que no me llevó a Roma», un álbum de pop con toques de electrónica, y bastante menos tradicional que el estilo con el que debutó, hila las canciones a través de un concepto común y transiciones que las conecta de una forma muy natural. Continúa, eso sí, con la tendencia de su primer trabajo respecto a la autoría de los temas: todas las canciones están firmadas, en letra y producción, por ella misma, contando con algunos coautores en algunas pocas (hasta 4 temas los ha compuesto en solitario) y con Javier Falquett (Garabatto) como productor.
Quizá decir que es su álbum más personal es caer en uno de los tópicos más manidos del mundo de la música; pero hay que reconocer que, en este caso, suena a verdad. La madurez en producción y letras viene acompañada de una seguridad artística apabullante, con un estilo y proyecto artístico bien definidos, que ayudará al oyente a identificarla fácilmente cuando oiga su canción en la radio o en alguna lista de Spotify.
«El camino que no me llevó a Roma» es un disco que merece la oportunidad de ser escuchado, al menos una primera vez, en orden y completo, lo que nos asegura una experiencia más allá de un listado de canciones ordenadas de forma aleatoria; la distribución de los temas es esencial para entender el álbum en su totalidad, pero no impide en absoluto disfrutarlos también por separado.
El disco abre con ‘Roma’, el primer sencillo lanzado en marzo de este mismo año. Con ritmos más electrónicos que evidencian la mano de Garabatto en la producción, es un corte que encapsula perfectamente su cambio de rumbo en lo sonoro, y nos introduce la historia que estamos a punto de recorrer.
Bely es una buena vocalista (tiene una voz preciosa y dulce que sabe perfectamente cómo aprovechar), pero su foco siempre ha estado más en sus letras y las historias que en ellas cuenta; ‘I love you’ es un buen ejemplo de ello: “me siento más sola contigo que cuando olvidas estar aquí / busco y no te encuentro, sólo encuentro a quien perdí”.
Este curioso tema con toques RnB y electrónicos destaca también en su sonido, como ocurre en ‘Espiral’. Ésta última tiene una estructura más tradicional, y tiene su punto álgido en el estribillo. Entrelaza con el acertado primer interludio, ‘Tienes decidido a pesar de todo irte’, que ayuda a afianzar la sensación de continuidad y de estar escuchando una historia que va evolucionando.
Es de agradecer este interés por darle sentido y cohesión a un álbum en una época en la que las canciones parecen estar hechas para su consumo individual, y no para formar, efectivamente, parte de un trabajo musical más complejo.
Este interludio vuelve a entrelazarse, esta vez con el siguiente corte; ‘Me va a doler’. Compuesta en solitario, es uno de los temas más pegadizos del álbum y quizá de los menos experimentales.
A mitad del álbum nos encontramos con ‘C’est la vie’, que es ya una de las favoritas de sus seguidores; seguramente por su muy honesta y transparente letra, que habla de perderse a sí misma en una relación. De nuevo, un tema compuesto en solitario por Bely y que nos muestra a una estupenda e inteligente compositora que tiene el don de hacer cómplice de sus sentimientos al oyente: “te aseguras de que no me quede alcohol para sanarme las heridas que te quedan por abrir”, y de crear frases que seguramente protagonizarán más de un post de Instagram (“me jodiste mis canciones favoritas”).
Cuándo ya creíamos que teníamos claramente definido el sonido de éste álbum, y que ya no nos aguardaba más sorpresas en lo sonoro, nos topamos con ‘Acércate’, al que podríamos definir como el tema más alejado a todo lo anteriormente hecho por Basarte. Cuenta con la colaboración de Natos y Waor, dúo de raperos que ayudan a ampliar el abanico musical de Bely y crear uno de los temas más llamativos de este trabajo.
‘Que ni para odiarle se me da licencia’ es el segundo y último interludio. En él, oímos a Bely dejar un mensaje de voz que supone un punto de inflexión en el álbum, y en el que se pregunta si van a volver a hablar o cuál es el futuro de esa relación.
A partir de aquí, el tono de la historia toma un rumbo nuevo que se evidencia ya en ‘Sin venganza’, seguramente el corte que más recuerde a sus fans a su álbum debut. Con Garabatto aún en la producción, nos olvidamos por unos 3 minutos de los sonidos electrónicos o urbanos y volvemos a la base de guitarra y voz que tanto había caracterizado a Bely hasta ahora: una vez más, su dulce voz es el hilo conductor de la historia; la que lleva el peso de la emoción del tema.
La delicada y experimental ‘Flores y vino’ pone el toque más elegante del álbum: la canción no parece seguir la estructura tradicional de un tema pop, y por eso mismo es tan interesante. Ha servido como estupendo adelanto promocional del disco, y ayuda a ir perfilando el final de este viaje, ya que como la misma Bely explica “es el momento de olvidar el dolor y resurgir de las cenizas”.
El álbum cierra con la excelente y más acústica ‘San Pedro’: este viaje no le habrá servido para llegar Roma, pero si para reencontrarse consigo misma (“cuánto me echaba de menos a mí”) y establecer su nueva dirección vital en un tema que encapsula perfectamente el proceso de cura de un corazón roto (“recuerdo la luz de mi cara que había perdido” / “y aunque falten algunos pedazos, he hecho las paces conmigo”.)
Es muy destacable que Bely se atreva, en tan sólo su segundo trabajo, a cambiar tanto su sonido (pero siempre manteniendo su esencia y centrando la atención en las historias). Y aunque a veces la experimentación y los cambios se pagan caros (véase la antaño súper estrella del pop Katy Perry con ‘Witness’) en este caso la cantautora madrileña ha acertado completamente: es un disco que se disfruta más cuanto más se escucha, ya que permite observar la evolución de una historia y del camino sentimental que Bely ha recorrido estos últimos años.
Basarte, con este trabajo, sienta las bases para afianzarse y destacar en el panorama musical español. Aquella chica de Tres Cantos que empezó cantando cientos de covers de otros cantantes en YouTube, es ahora una artista que compone, escribe y produce sus propias canciones, que tiene un estilo muy personal y claro, y que guía su propio camino a base de abrirse en canal.
Graduada en Publicidad y Relaciones Públicas. Actualmente explorando los entresijos del marketing. Además de la música, me apasionan las series y la historia.