Con “Orillas Profundas” inició en 2020 Franc Murcia una hexalogía que de momento se ha detenido cuatro años más tarde con “El lector que no acababa las novelas”, para mí con diferencia la mejor de las cuatro que he leído si no fuera porque la que hoy nos ocupa me ha parecido extraordinaria.
Murcia ha basado su novela en un personaje dual, el inspector de los Mossos Germán Cantos, Frida de noche, la cantante del cabaret Calcuta, situando la acción en una Barcelona actual y más concretamente en Santa Coloma.
Por la profesión de Cantos las tramas son negras, interesan y entretienen, pero el escritor ha buscado también narrar momentos personales concretos, unas veces, las más de ellas, relacionadas con la adolescencia o primera juventud del inspector, sus relaciones con sus amigos o compañeros de la misma edad, sus recuerdos, muchos de ellos duros, rozando la delincuencia juvenil y en otros sus relaciones y actividad profesional en la actualidad, treinta años después. Personajes que tienen clara influencia en él, como la forense Inés Gimeno o la joven agente Laia Gálvez. La dualidad de Cantos está reflejada en su alter ego la tonadillera Frida. Esa angustia vital del inspector desaparece con su transformación.
Cantos no oculta esa doble personalidad que es conocida incluso en comisaría. Solitario, triste, rebelde con causa y con aires de perdedor, maltratado en su infancia por la intolerancia que contrariamente a lo que pudiera haber sucedido le han convertido en alguien con una gran humanidad, la novela llega en forma de heridas todavía sin cerrar, dentro de un costumbrismo negro muy bien tratado. Toda su obra está dominada por los sentimientos.
Hay un poso de profunda amargura que en determinados momentos le conmina a cruzar la línea, abandonarlo todo y olvidarse incluso de sí mismo. Una piel dura, una coraza se ha ido instalando en él y no le permite ver lo que precisamente él quiere y busca. Personas que se le acercan y el mismo las rechaza sin pretenderlo. Un hombre de buen corazón y buenos sentimientos.
De qué trata “Orillas profundas” de Franc Murcia.
Santa Coloma. 2006. El descubrimiento casual en el entramado de un puente de dos bolsas, una con la piel de la cara de tres personas y unas extrañas herramientas en la otra, ponen al inspector tras la pista de un asesino en serie actualmente recluido en un sanatorio mental aunque en régimen abierto. La investigación se va abriendo hacia nuevas posibilidades según van conociéndose datos de las personas a las que esas pieles pertenecen.
La serie es Cantos, si además está bien contada y bien escrita, que lo está y tiene unos argumentos originales y con verdadero interés, que los tiene, pues miel sobre hojuelas, porque “Orillas Profundas” es una excelente novela que tiene más de thriller psicológico que de negrura argumental, sin olvidar que es una novela negra pero el análisis que Murcia hace de los distintos personajes, el comisario Poveda, Inés Gimeno o Laia, es magistral. La doble personalidad del protagonista siempre está ahí presente, imposible desprenderse una de otra, pero la tonadillera del Calcuta domina. Cuando se transforma en Frida, el inspector desaparece.
“Orillas profundas” podría enmarcarse dentro del costumbrismo negro. El autor desarrolla y se interesa por los sentimientos que en realidad son el trasfondo del relato. Nunca los abandona y los enmarca dentro de las diferentes tramas negras buscando y consiguiendo un perfecto equilibrio. Diferentes subtramas le dan un mayor interés. El tema del niño en el hospital, la temática del Padre Raurich, la relación de la forense con el inspector y la de éste con su superior, el comisario Poveda, interesan tanto como la propia investigación que desde el comienzo hasta el final se mueve en un continuo “tour de force” sorprendente.
La novela de Franc Murcia tiene mucha fuerza en ambos aspectos, como si el autor hubiese querido dejar en ella una parte de sí mismo, cerrar grietas o acabar con todos sus demonios. Cantos no es sólo él y sus circunstancias sino que hace suyas las de los demás, que sin ser propias o no concernirle directamente las siente como tales, cuando ve problemas que se deben de resolver, nadie lo hace y afectan a desfavorecidos.
“Orillas profundas” sorprende, es una buena lectura que se agradece. Un buen thriller con una interesante trama negra. Si es la primera que se lee, adelante, si no lo es, mejor. Así se puede apreciar en toda su extensión la verdadera dimensión del personaje.
