Un corazón demasiado grande – Eider Rodríguez

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Reseña «Un corazón demasiado grande» – Eider Rodríguez

Un corazón demasiado grande es un libro de relatos que toca temas muy diferentes, pero que tiene ciertos elementos comunes que funcionan como el bajo continuo que acompaña a una partitura.

El primero que yo destacaría es la desazón, no la tristeza, aunque también esté presente, ni la desesperanza, sino la desazón. Un sentimiento que no es profundo sino superficialmente voraz. A veces se transforma en ira, como en el relato “La semilla”.

Otras veces en incomodidad, como en el relato “El tercer regalo”; una incomodidad salpicada de desaprobación, en este caso de una hija hacia la madre o hacia “el reducido y sombrío mundo de la madre”.

Otro más: la penumbra. Tiene que ver con la decodificación, que es un recurso literario poderoso pero que si es excesivo, puede convertirse en un interrogante.

En relatos como el de Manex y Floren hay claroscuros que nos invitan a hacer suposiciones. Personalmente, hubiera preferido algo más de desarrollo.

Otro elemento común es el identitarismo, atenuado pero presente en cuanto surge la oportunidad y con referencias a la situación política vasca.

Otros elementos recurrentes: la presencia de la madre, “el pueblo y su misterio” y las situaciones familiares cotidianas.

Estilo y composición

Eider Rodríguez (Rentería, 1977) utiliza en Un corazón demasiado grande un estilo sobrio con preferencia por las frases cortas.

Huye de los discursos y de la retórica. La base de los diálogos son conversaciones rutinarias de las familias, los amigos o los conocidos. Ocurren por tanto en escenarios de aparente banalidad.

La autora se fija en utensilios, ornamentos y detalles de convivencia que nos resultan exasperantemente cotidianos, mil veces vistos y pasados por alto precisamente por su presencia invisible.

Pero ahí dentro ocurre algo que actúa como disparador de la acción, cosas que para los demás no son excepcionales, pero que para el que las vive sí lo son.

Usa distintas formas gramaticales: la primera persona, la tercera e incluso la segunda. Elige pues el tono antes de empezar su trabajo. Curioso el relato “Carne”, en el que elige la primera persona cuando el protagonista es un varón, lo que da idea de que la autora considera el Yo autobiográfico como un elemento literario más.

En “El cumpleaños” se puede apreciar muy bien la manera de componer de Eider Rodríguez. El verdadero asunto del relato es el que menos espacio ocupa y al que menos líneas le dedica.

Me refiero a la atracción personal entre dos de los personajes: el momento inesperado que nos puede asaltar en cualquier situación y que hace que suba la adrenalina. Y presiento que ese ha sido el gatillo que disparó la inspiración de la autora y probablemente lo que le hizo acudir al teclado y comenzar a escribir. Sin embargo, en paralelo, desarrolla otros dos temas con idéntica fuerza y con mayor extensión: Uno, el aspecto puramente social de la visita, y otro, la especial relación entre Izadi y su madre. Este relato es, en mi opinión, uno de los más interesantes.

El diseño en el que se hacen confluir diferentes hilos argumentales es una característica singular de la autora. En “el verano de Omar” combina lo que es una historia de acogida temporal con el inicio de los juegos sexuales en la infancia y también con el erotismo de la mujer adulta. Los tres aspectos tienen relevancia y solidez; es decir, no están unos al servicio de los otros.

Sobre qué escribe Eider Rodríguez

Si bien los elementos comunes de que hemos hablado están presentes en muchos de los relatos, lo cierto es que Eider Rodríguez no tiene obsesiones que la limiten. El ámbito de su interés es muy amplio. Tomando como ejemplo el sexo, la autora lo aborda desde varios  ángulos. Desde el lesbianismo en “Un poco loca”, hasta el engaño en “Ojos de abeja”. En “La Muela” se aborda la concesión de sexo por desgana (o por compromiso innecesario). En “Lo que se esperaba de mí”, lo trata desde la adolescencia.

Un corazón demasiado grande explora la homosexualidad. Da la impresión de que el punto de arranque de su motor literario es un hecho externo que, como observadora, le llama la atención. Luego, ella lo vierte sobre el substrato que conforma el caldo de cultivo de su creación. Esto queda también muy patente en dos relatos en los que aborda el tema del suicidio: “Ceniza” y “Preferiría no tener que mentir”. Dos aproximaciones radicalmente distintas en la forma y en el fondo.

Por todo esto es difícil sacar conclusiones de la personalidad de Eider Rodríguez. Hay autores que son transparentes. Eider Rodríguez no parece serlo. Esto, como es obvio, no es ni positivo ni negativo.

Sinceridad

La obra de Eider Rodríguez es esencialista. No busca finales brillantes, ni sorpresas. Todo está contenido en el leit motiv. Si esto reduce lectores, es un peaje obligatorio. La impresión final que dejan los relatos que componen Un corazón demasiado grande es que se trata de una obra meditada, corregida -imagino que hasta la extenuación- expurgada y fiel a su propósito por encima de todo. Me parece un aspecto digno de resaltar porque en los tiempos que corren si hay algo exigible a un autor es que no se ofusque por el deseo de epatar.

Reseña de «Un corazón demasiado grande». Por Isidro M. Gimeno


Un corazón demasiado grande – Eider Rodríguez
PUNTUACIÓN:
7.8

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